Moguer

Cincuenta Martes Santo de Silencio

  • El Cristo de la Sangre cumple hoy su 50ª estación de penitencia

Cristo de la Sangre en la iglesia de San Francisco de Moguer.

Cristo de la Sangre en la iglesia de San Francisco de Moguer. / firma del fotógrafo

Esta Semana Santa en Moguer, en concreto hoy Martes Santo, se cumple el 50 aniversario de la primera estación de penitencia de la Cofradía del Cristo de la Encarnación, vulgo de la Sangre, una estación de penitencia que ha evolucionado con el paso del tiempo pero que a pesar de los años ha mantenido su idiosincrasia, caracterizada por el recogimiento y el silencio alrededor de la imagen, sólo roto por el sonido de las cadenas y el estruendo de los tambores que participan en la procesión del Crucificado a hombros de tres nazarenos.

Eran las diez de la noche del 9 de abril de 1968. Martes Santo. Los vecinos de Moguer se congregaban en los alrededores de la Capilla del Corpus Christi. Se había reorganizado la antigua cofradía del Santísimo Cristo de la Encarnación -vulgo de la Sangre-. Al abrirse las puertas de la capilla sólo se escuchaba el compás seco de unos timbales. El Silencio se adueñaba de la noche moguereña al aparecer a hombros de tres nazarenos la imagen de Cristo crucificado entre cuatro hachones que portaban cuatro penitentes.

Los orígenes de la advocación de esta cofradía se remontan al siglo XVIILa capilla permanecería sin la imagen durante algunos años después de la Guerra Civil

La cofradía del Cristo de la Sangre, cuya primitiva imagen ya procesionaba antes de la Guerra Civil, volvía a recorrer las calles de Moguer. Ese año el Cristo salía por primera vez con la cofradía reorganizada, si bien con anterioridad durante algunos años devotos de la imagen realizaban el Vía Crucis el Miércoles Santo desde su capilla hasta la parroquia, donde el Cristo de la Sangre era expuesto en besapies.

Los orígenes de la advocación de esta cofradía se remontan al siglo XVII. La imagen del Cristo de la Encarnación presidía la Capilla del Hospital del Corpus Christi, anexa a la antigua Estación Etnológica, hoy Teatro Felipe Godínez. El sobrenombre de Cristo de la Sangre se debe al milagro ocurrido en la mencionada capilla el martes 29 de marzo de 1712, según consta en legajos guardados en el Archivo Histórico, cuya trascripción realizó quien hoy es su director, Diego Ropero Regidor, milagro que hace referencia a que la imagen sudó sangre, si bien el nombre de Cristo de la Sangre puede deberse también a una antigua cofradía de Moguer, la de la Sangre del Señor, cuya existencia diversos trabajos de investigación fechan entre mediados del siglo XV y principios del XVI, hermandad disciplinante que hay quien también fecha un siglo antes, el XIV.

La antigua imagen del Cristo de la Sangre, de autor desconocido como casualmente sería después la nueva, según un artículo del sacerdote José Antonio Díaz Roca publicado en la revista de Semana Santa de 1982, "fue destruida en la Guerra Civil, que no quemada". Esto se deduce por las reliquias encontradas, dos trozos de una pierna que actualmente custodia en una urna la Hermandad de la Borriquita junto a sus enseres en su sede canónica de la iglesia de San Francisco. En el mencionado artículo se describe también a aquella imagen como una imagen popular, de tamaño natural, realizada para ser venerada en la capilla, más que para procesionar. Por fotos que existen del Cristo, se puede comprobar que poseía una larga cabellera natural, con una corona de alambres entrelazados, corona de una imagen que estaba trabajada en lienzo y cartón.

Junto con los trozos de las piernas de la primitiva imagen se guarda también la corona, encontrada al parecer en un derribo de obra de la calle, corona que durante algunos años tuvo en su poder el Padre Roca, quien el 2 de octubre del año 2000 la donaba a la Hermandad de la Borriquita.

Después de la guerra, durante algunos años la capilla permanecería sin la imagen de su titular, para acoger una nueva imagen del Cristo de la Sangre, por el que se sentía una gran devoción en Moguer a mediados de la década de los cincuenta.

La idea de reorganizar esta antigua cofradía nace en el seno de la Hermandad de la Borriquita mediada la década de los sesenta.

Dos fueron las razones principales que llevaron a los directivos a reorganizar la cofradía del Cristo de la Sangre, que se incorporaría a la Hermandad de la Borriquita. Por un lado estaba la situación económica, que ya hacía difícil recaudar los fondos necesarios para la salida procesional del Domingo de Ramos con las imágenes del Cristo del Amor -la Borriquita- y Nuestra Señora de la Esperanza, en la que se integra la Cofradía del Cristo de la Sangre.

De ahí que para el Martes Santo se quería organizar un desfile procesional cuya estación de penitencia no fuera costosa y se pudiera garantizar que perdurara en el tiempo sin un elevado coste económico.

Y se buscaba poner en la calle una cofradía donde predominaran la religiosidad, el orden, la austeridad, el silencio, el recogimiento y el respeto ante la imagen. Parecía difícil, pero con el paso de los años se ha podido comprobar que la idea de aquellos directivos ha perdurado en el tiempo, con un desfile procesional con unas curiosas características que hacen del Martes Santo moguereño una jornada peculiar en su Semana Santa y en la de nuestra provincia: el silencio de los participantes y el hecho de que todos los nazarenos, incluidos los portadores del Cristo, fueran penitentes; el sonido sobrecogedor de los tambores; el gran número de portadores de cruces y cadenas, de nazarenos descalzos, así como el uniforme de los penitentes, con túnica blanca, ceñida por un cinturón de esparto y antifaz rojo caído sin gorro.

Si bien la sede de la imagen y de la estación de penitencia ha sido desde sus orígenes la Capilla del Corpus Cristi, a causa del mal estado de la capilla durante algunos años, la estación de penitencia se tuvo que realizar desde la iglesia del Monasterio de Santa Clara o la Iglesia de San Francisco, donde hoy recibe culto la imagen. En dicho templo se realiza la estación de penitencia definitivamente desde hace aproximadamente una década, al ser cedida la capilla del Corpus Cristi por la iglesia a otra hermandad de la localidad.

La cofradía, con el paso de los años, ha sabido mantener su idiosincrasia en la noche del Martes Santo, en la que la Sangre de Cristo traspasa las encaladas casas moguereñas del pueblo blanco, Sangre de Cristo que cada Martes Santo se presenta en un silencio respetuoso, Martes Santo donde el Silencio y el recogimiento inundan la noche moguereña.

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