Semana Santa

Bienvenido, un hombre bueno

  • Se nos marchó en plena actividad dedicada a las hermandades que era su mayor compromiso, en la Cinta y la Esperanza

Bienvenido González Roldán, en los jardines del santuario delante del monumento a la Virgen Chiquita.

Bienvenido González Roldán, en los jardines del santuario delante del monumento a la Virgen Chiquita. / Alberto Domínguez

Siento como todos el desgarro por la marcha, la tristeza que deja la soledad del amigo y abrazo a su familia en esta otra mañana del Domingo de Señor, una semana después de que nos dejara.

No le he dicho adiós a Bienvenido, porque los amigos siempre permanecen en el corazón y vivirán en él, lo recordaremos y le pediremos que ruegue por nosotros ante la excelsa Madre de Dios.

Una semana de dolor incontenido que seguirá ese río de lágrimas y desconsuelo.

Sin embargo, hoy quiero evocar la sonrisa y el ingenio socarrón de nuestro querido Bienve. Es de los amigos que son fáciles de conseguir en las hermandades y en la vida, pero que hoy son difíciles de encontrar. Fácil porque cuando dispone de un corazón grande, como el suyo, siempre tiene extendida la mano.

Los que con él tenemos claro que La Cinta es algo distinto y especial, nos alegramos mucho que nuestra Patrona lo sacara de ese merecido descanso cofrade por tanto y mucho bueno hecho en la Hermandad de la Esperanza.

Así que en este último quinquenio que hemos ganado juntos en la devoción cintera, la Virgen lo llamó y lo puso donde tenía que estar. Capitaneando esa carabela de plata que es su devoción. Y sí que se hicieron cosas, no hace falta que las enumere pues Huelva las aplaudió todas, y aquellas otras que solo sabe la Virgen y nosotros las vamos a mantener guardadas porque en La Cinta se viene a sumar, siempre a aprender y en todo momento a dar gracias a la Virgen.

Después de vivida su coronación canónica y el encuentro con San Juan Pablo II, la Virgen nos volvió a llamar a este grupo de cinteros para hacer cosas que hacían falta.

No puedo negar la satisfacción tan absoluta de los momentos vividos, que son tan recientes que no hace falta cerrar los ojos para tenerlos de nuevo en la retina.

La junta gestora recuperó todo aquello que necesitaba la Hermandad de la Cinta como referente en la ciudad y su santuario iluminara con luz clara a esta Huelva que tanto nos mueve el corazón.

Eso, precisamente, es lo que nos ha llevado a El Conquero: el latir de nuestra fe. Después de que ganara unas elecciones, si el trabajo de la gestora fue hermoso y difícil a la vez, ahora se abría una etapa ilusionante.

Es el único, como le decía, que iba a pasar a la historia por haber sido presidente y hermano mayor; su nombre estaba ya escrito en el libro de La Cinta donde están quienes de verdad van a servir.Es difícil que pudiera resumir aquí tantos y tantos proyectos que empezaban a caminar, algunos en los que estábamos muy directamente comprometidos y todos importantes para mantener el santuario como foco de espiritualidad.

Tuvo Bienvenido especial devoción por la Virgen y, además, las dos marineras. La de la Cinta, la abogada y Patrona de Huelva, y la de la Esperanza, de la marinera calle de Enmedio.

En la Hermandad de San Francisco, después de dedicarle toda su juventud, fue su hermano mayor durante dos mandatos, siendo cuando se coronó la Virgen de la Esperanza. Sin embargo, a él lo que más le gustaba era ir de fiscal del palio marinero que llevaba a la Esperanza por Huelva.

No pretendo hacer un recorrido por una vida intensa en lo personal y lo cofrade, solo compartir con todos el dolor por su ausencia. Simplemente recordar que decir en Huelva Bienvenido todos sabían a quien nos referíamos y lo que siempre fue en la Esperanza y en La Cinta. No hacía falta decir Bienvenido González Roldán. Eso no es fácil, sencillamente lo consiguen personas como él.

Me quedo con las palabras de nuestro obispo don José en el responso: “Se nos ha marchado un hombre bueno”.

Mi permanente cariño a su esposa, Concha, a sus hijos y nietos, a sus padres, sintiéndome agradecido por la suerte de haber conocido a Bienvenido.

Sabemos que hoy estás en el Cielo eterno de El Conquero de la Virgen de la Cinta, envuelto en aires de Esperanza de San Francisco. Descansa en paz, amigo.

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