Tras ver entrar a su hijo en el templo con la cruz de todos a cuestas, la Virgen de la Amargura siguió los pasos del Nazareno rodeada del fervor de miles de onubenses en la calle Méndez Núñez. La Madre de Dios entró en la Concepción alrededor de las 12:00 bajo una lluvia de pétalos de rosas.
En el entorno de la iglesia de la Concepción no quedó un milímetro libre desde muy temprano. A las 11:00 con un sobrecogedor silencio se adentró el Señor en la penumbra de su templo mientras desde la Placeta lo miraba su madre bajo palio.
Siguió sus pasos poco después a los sones de Campanilleros para adentrarse poco a poco en el templo. La acompañaron en el rezo popular los onubenses. Fue el culmen a una histórica Madrugá para el recuerdo.
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