Sociedad

Procrastinación: el arte de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy

Grupo de jóvenes comunicándose entre ellos a través de sus móviles.

Grupo de jóvenes comunicándose entre ellos a través de sus móviles.

Procrastinar es el hábito de posponer las actividades importantes para dedicar el tiempo a tareas más entretenidas pero menos relevantes. Procrastinar es una forma de evadir, usando otras actividades como refugio para no enfrentar una responsabilidad, una acción o una decisión que debemos tomar. En la sociedad moderna, tan cargada de distracciones y estímulos nuevos, el concepto está cada vez más de moda.

Durante mucho tiempo, el término ha estado muy ligado a la holgazanería. Y aunque las dos parten de la misma base, esa última acción tiene algo que la hace un poco distinta, pues no solo hablamos de darnos en cuerpo y alma a la inactividad, sino de hacerlo mientras somos plenamente conscientes de que deberíamos estar aprovechando el tiempo con alguna responsabilidad.

Según diversos estudios, el 20 % de los adultos se autoperciben como procrastinadores crónicos, un porcentaje que aumenta hasta el 50 % en la población estudiantil. ¿Y por qué eludimos nuestras responsabilidades aun teniendo que hacernos cargo de ellas?  Esta tendencia irracional puede ir ligada a que las personas desarrollan una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea.  

La procrastinación no es un defecto del carácter o una maldición misteriosa que ha caído en tu habilidad para administrar el tiempo, sino una manera de enfrentar las emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más. Algunas, incluso, llegan al extremo de hacerse adictas o dependientes de esas otras actividades externas por las que intercambian las responsabilidades principales, como, por ejemplo, ver televisión, Internet, redes sociales, celular, jugar videojuegos, ir de compras o comer compulsivamente.

LA REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES 

Según un estudio publuicado en Worklife,el problema de la procrastinación es que puede pasar factura a nivel mental a largo plazo. Lo que podría ser simplemente un grano de arena, se convierte en un montaña. Lo que ocurre es que una persona que procrastina, no es simplemente un vago, a veces los procesos cognitivos de estas personas les dificultan seguir con la tarea. 

Fuschia Sirois, profesora de psicología en la Universidad de Sheffield en Inglaterra, explica que pese a que se entiende que postergar tareas tiene que ver con una mala gestión del tiempo, en la mayoría de los casos se trata más de saber controlar el estado de ánimo. 

"En realidad, una persona con estas características es muy autocrítica y se preocupa mucho por su procrastinación", explica la experta.

El proceso suele ocurrir de esta manera: la preocupación no se elimina, sino que permanece en sus mentes y agota sus recursos cognitivos, reduciendo su capacidad para resolver problemas. Les hace pensar en qué les ocurre y por qué no pueden hacer una tarea que consideran sencilla. Después comienzan a reflexionar sobre la tarea, aumentando sus sentimientos negativos al respecto y obstaculizando su capacidad para verla racionalmente por lo que es. En una última instancia esto se traduce en una cosa: ansiedad.

CONSEJOS PARA REDUCIR LA PROCRASTINACIÓN 

  1. Organización del tiempo. Clarificar las tareas pendientes y priorizarlas para, así, poder organizar el tiempo que se le va a dedicar a cada una. Ponerle fecha y hora mediante un calendario o planning puede facilitar la realización de la tarea.
  2. La regla de dos minutos. Si existe algo que puedas hacer en los próximos dos, cinco o diez minutos, es preferible que la hagas en lugar de planificarla. Esto se debe a que se tarda más en planificar que en realizarla y, además, disminuiremos la cantidad de pequeñas tareas pendientes.
  3. Disminuir distracciones. Durante el tiempo que estemos realizando las tareas, disminuir la posibilidad de distracciones. Esto significa, no tener el móvil a mano, tener la televisión apagada, cuidar las condiciones ambientales para poder desempañar la tarea cómodamente, etc.¡
  4. Evitar la perfección. El objetivo final es realizar las tareas pendientes, no hacerlas perfectas. Ese nivel de autoexigencia aumenta el estrés y dificulta que la persona finalice la tarea, ya que siempre identifica algo por mejorar o, bien, desiste en el intento porque se ve incapaz de hacerlo.
  5. Respetar el descanso. Si el agotamiento aparece, es preferible pausar la tarea y descansar. Insistir en esos momentos no resulta útil y fomenta el estrés.
  6. Recompensas. Establecer recompensas por las tareas realizadas, aumenta la motivación por las mismas.
  7. Conviértelo en un hábito. Si cada una de estas estrategias se convierten en un hábito y rutina, sustituirán al hábito de procrastinar.

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