Salud mental juvenil

La deriva de Juvenal

  • Dedicar más tiempo a la práctica de ejercicio no solo reporta beneficios a nivel físico

  • Un estudio defiende su efecto en la salud mental de los jóvenes

María Rodríguez Ayllón, investigadora de la Universidad de Granada.

María Rodríguez Ayllón, investigadora de la Universidad de Granada.

Décimo Junio Juvenal fue un poeta de la Roma de finales del siglo I y II. A él pertenecen algunas de las más famosas sátiras de Roma que, aun con maneras exageradas y teatrales, ayudaron bastante a entender la manera de vivir del imperio. Es en una de sus sátiras donde aparece por primera vez uno de los dichos universales de la salud: mens sana in corpore sano. Realmente, Juvenal estaba hablando de temas mucho más espirituales que terrenales. El autor apuntaba a la importancia de rezar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado. En la era contemporánea su dicho mutó a una reivindicación ontológica de la necesidad de cuidar el cuerpo para así mantener a la vez una salud mental equilibrada. En las últimas décadas la literatura científica que ha estudiado este tema, acaba contrastando que hacer ejercicio no solo es bueno por lo físico sino también por lo psíquico. Ahora, el grupo de investigación Profith de la Universidad de Granada ha realizado una revisión sistemática de 114 artículos y señala que dedicar más tiempo a la práctica de actividad física y menos a actividades sedentarias puede favorecer la salud mental de los jóvenes.

Concretamente, el equipo ha realizado una revisión sistemática y meta-análisis publicada en la revista Sports Medicine, con el objetivo de determinar la influencia de la actividad física y el sedentarismo en la salud mental de jóvenes de 2 a 18 años.

María Rodríguez Ayllón, primera autora del estudio e investigadora de la Universidad de Granada, destaca que la actividad física podría mejorar la salud mental de los jóvenes. Aunque el efecto parece relativamente pequeño, podría ser mayor en intervenciones bien diseñadas y enfocadas a satisfacer las necesidades de los jóvenes, promoviendo que se diviertan y perciban que son físicamente competentes, en otras palabras que sientan que se les da bien moverse.

Algunos de los posibles mecanismos a través de los cuales la actividad física podría mejorar la salud mental de los jóvenes son los cambios en el cerebro, como el incremento de capilaridad y flujo sanguíneo, o la liberación de endorfinas y el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF). Al mismo tiempo, el estudio sugiere que otros mecanismos psicosociales, como podría ser el apoyo social, que proporciona el pertenecer a un grupo a estas edades, también podrían explicar dicha relación.

“Con respecto al tiempo que los niños y adolescentes pasan sentados, específicamente haciendo uso de la pantalla, observamos que mayores niveles de sedentarismo se asociaban con mayores síntomas depresivos, así como con una peor satisfacción con la vida y felicidad”, indica María Rodríguez-Ayllón. Futuros estudios orientados a analizar la relación entre comportamientos sedentarios y salud mental, deberían considerar el tipo (ver la televisión o jugar a videojuegos), el contexto (en solitario o con amigos) y el contenido (violencia o no violencia) de esos comportamientos sedentarios. En resumen, “los hallazgos de este estudio, sugieren que la práctica de actividad física tiene un efecto positivo en la salud mental de los jóvenes en edad escolar”.

Además, “parece que niveles más reducidos de sedentarismo se asocian con una salud mental mejor en niños y adolescentes. Sin embargo, más estudios son necesarios acerca del tipo, contexto, y contenido de dichos comportamientos”, apunta la autora.

Los investigadores hacen un llamamiento a las instituciones de Salud Pública y Educativas para que promuevan la práctica de actividad física regular desde edades tempranas para prevenir el desarrollo de trastornos mentales a estas edades. Además, quieren alentar a los padres para que controlen que sus hijos durante el tiempo dedicado al uso de pantalla no reemplazan otros comportamientos como las horas dedicadas al sueño o la práctica de actividad física regular.

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