EN un curso de verano celebrado esta semana en la Universidad Internacional Menendez Pelayo que abordaba los avances en él tratamiento del cáncer, se ha puesto de manifiesto el enorme potencial que la investigación farmacológica va a aportar en el futuro inmediato.

Son numerosos los ensayos clínicos en marcha que, de dar buen resultado, pueden hacer que el panorama de los próximos años sea mucho más eficaz en relación al objetivo de mejorar la capacidad de tratar los diferentes tipos de cáncer que afectan a la población.

El curso hizo énfasis en la innovación en materia de fármacos aunque es bien importante profundizar en relación a la prevención y el diagnóstico precoz.

Pero en lo referente a los retos en materia de tratamiento, estamos en una situación en la que se puede asegurar que en el futuro hay posibilidades ciertas de conseguir avances muy relevantes. Es cierto que en los últimos 30 años se ha conseguido que el cáncer tenga un mejor pronóstico gracias a la combinación de mejores capacidades preventivas, diagnósticas y terapéuticas.

El reto en los tres campos es ganar en eficacia; pero en lo que se refiere a los avances terapéuticos que están a la vuelta de la esquina, también es necesario ganar el reto de la sostenibilidad.

Quiero decir con ello que se hace necesario poder pagar estos avances de una manera que sea posible un retorno justo de las inversiones realizadas por las compañías farmacéuticas pero de forma que sea compatible con la riqueza de los países para no comprometer la viabilidad de los sistemas sanitarios ni la equidad de los mismos.

En un mundo global como el que vivimos se necesitan nuevas fórmulas de trabajo para conseguir ese equilibrio y continuar avanzando. En el caso de Europa, el marco común que ofrece la Unión Europea en términos de población, potencia de nuestros sistemas y riqueza de los países miembros, nos ofrece nuevas posibilidades si unimos nuestros esfuerzos y objetivos.

Por eso, una de las claves para superar la crisis global que afecta a la economía en nuestro espacio común europeo es trabajar para unir y sumar porque de esta manera podremos asegurar mejor el binomio equidad/eficiencia. En clave nacional, las diferencias que padece nuestro sistema en el acceso a las innovaciones en cáncer en función de la comunidad autónoma, tienen que superarse mediante sistemas de evaluación rigurosos y transparentes y mediante una modificación del sistema de financiación de las mismas.

Si seguimos con el sistema actual mediante el cual el ministerio de sanidad autoriza la financiación pero no pone los recursos económicos sino que esto recae en las comunidades, se mantendrá una de las razones estructurales que explican las diferentes actitudes de las autonomías en relación a la accesibilidad a las innovaciones.

Por eso, la tarea fundamental es aquella que permita proponer nuevas líneas de acción para que los nuevos fármacos lleguen sin trabas cuando estén autorizados y su uso cumpla los requisitos clínicos necesarios. Cambios que hagan viable superar las barreras actuales.

Se requiere por tanto, valentía y capacidad para reformar cosas. Esperemos que seamos capaces.