Agustín Bonilla. Director de producción de Cepsa Química

"No se ha tomado con cariño a la industria"

  • El director de las plantas de Palos y San Roque afirma que son clave para la compañía "y seguirán siéndolo" Advierte que la legislación europea y andaluza limitan la competitividad

Cepsa Química prosigue en 2016 su proceso de expansión de la actividad, con inversiones en nuevas líneas de producción y la internacionalización como eje fundamental de ese crecimiento, reflejado en una nueva planta en China y la construcción de otra en Indonesia. La química gana peso en la multinacional y se espera que suponga un tercio de la inversión y de los resultados en los próximos años. En ese contexto, su director de Producción, Agustín Bonilla, remarca la importancia de las plantas que la empresa tiene en Andalucía, líderes en su sector: "Van a seguir como referente".

-Cuarenta y seis en San Roque ¿cuál es el futuro de esa planta?

-Es una instalación líder a nivel mundial, tanto tecnológicamente como a nivel comercial, que nutre el mercado europeo y africano y que tiene futuro muy sólido. Cepsa sigue haciendo una apuesta muy clara por esa planta. Estamos invirtiendo en ella, ampliando la capacidad de disolventes, estudiando la posibilidad de ampliar la capacidad de alquilbenceno lineal (LAB)...

-También acaban de vender la planta de PTA.

-El motivo de la venta es que la petroquímica de Cepsa tiene dos patas: una, que esté integrada con el refino, y otra, que a nivel internacional tengamos un peso importante. En LAB tenemos tres plantas: San Roque, Canadá y Brasil. En Canadá, que era sólo en un 50% propiedad de Cepsa, hemos invertido y ya es nuestra al 100%. Para 2017 queremos arrancar una nueva línea de negocio, de derivados de alcoholes.

-Dentro del proceso de internacionalización que sigue Cepsa Química, ¿qué peso tendrán las plantas andaluzas?

-Las plantas españolas siguen teniendo un peso importantísimo. Estamos internacionalizados pero siguen siendo muy importantes. Y van a seguir siéndolo. Dentro de los planes de negocio tenemos claro que nuestra voluntad es de internacionalización, pero también tenemos clarísimo que las dos plantas españolas son ahora mismo el núcleo de nuestro conocimiento y el mayor peso dentro de cada una de las actividades. En ese aspecto no tengo ninguna duda de que van a seguir como referente de la química.

-¿Y Cepsa? ¿Qué papel jugará en la expansión global de la petroquímica?

-El avance de los derivados del petróleo en el mundo químico es imparable. Estamos permanentemente rodeado de productos que derivan de la química, y de la química del petróleo muchos de ellos. La carcasa de un móvil, una aspirina (que en Europa tiene el fenol que se produce en La Rábida), un coche, la pintura... En ese sentido, lo normal es que dentro de 30 años el porcentaje de petróleo que se dedique al mundo químico sea mayor que el que se dedica hoy. Cepsa Química está ahora en cuatro líneas de producto y tiene una voluntad de crecimiento internacional y consolidación en lo que está haciendo muy importante. De hecho, para el mercado de alcoholes hemos adquirido a principios de año una planta en Alemania y la pusimos en funcionamiento.

-¿Qué puede adelantar de esas líneas de crecimiento?

-Nosotros analizamos cinco o seis grandes proyectos al año, de los que a lo mejor sale uno. Ahora mismo estamos trabajando con dos, no puedo decir en qué consisten. Estamos permanentemente con proyectos sobre la mesa que tienen estar en nuestra línea de actividad, alineados con nuestra voluntad de internacionalización. Además, Cepsa está haciendo un proyecto que se llama Cepsa 2030 donde queremos analizar cómo entendemos el mundo para esa fecha, cómo entendemos Cepsa para esa fecha y cómo creemos que deberíamos estar en otras actividades que no son necesariamente las que hacemos hoy.

-En ese mercado global de los productos químicos, ¿con quién compite la petroquímica española?

-La producción ha sido históricamente europea y americana, hoy es también asiática. Hay tres grandes mercados: norteamericano, que es México, Estados Unidos y Canadá; el mercado europeo y el asiático. Hay jugadores internacionales, como nosotros, que están en todos los mercados y son competidores nuestros. ¿Cuál es la diferencia entre estar en un sitio u otro? Europa, desde el punto de vista de la competencia se ha hecho un sitio difícil. Nuestros costes energéticos son muy elevados, tanto en EEUU como en Oriente Medio son mucho más bajos. La legislación aquí es mucho más exigente; a mí me parece bien que lo sea, pero deberíamos tener todos las mismas normas. En ese sentido nuestra posibilidad de competencia desde Europa es más limitada. El mundo en ese aspecto es cada vez más complejo, de ahí la necesidad que tenemos en Europa de mantener la competitividad.

-¿Hasta que punto influye esa regulación estricta en la desaparición de actividades industriales?

-Influye muchísimo. Nos movemos en un ámbito en el que nuestras plantas son de un tamaño muy bueno, tenemos un mercado sólido, pero si miras como era Huelva desde el punto de vista de las empresas que había hace 15 años y hoy, aquí han desaparecido empresas. Uno de los factores que influye en esa terminación de un ciclo es esa falta de competitividad que deriva de los costes de la energía o la regulación. Pero pasa algo adicional. No sólo competimos en condiciones más exigentes de Europa con respecto al mundo, sino que Andalucía a veces tiene exigencias mayores para algunas plantas que las existentes en el resto de España. En nuestro caso no tiene impacto porque somos la única empresa en España que fabrica LAB o fenol. Pero en el caso del refino, las refinerías de Andalucía tienen un nivel de requerimiento legal mayor que el que tienen por ejemplo las de La Coruña, Castellón o Bilbao.

-¿Y a nivel estatal, notan las industrias alguna diferencia?

-A nivel estatal estamos razonablemente alineados con el resto de Europa. Lo que pasa es que todavía quedan cosas por venir, como los últimos acuerdos adoptados en París. No estamos en contra de que haya una mayor exigencia, lo que sí nos parece mal es que la mayor exigencia no sea igualitaria. El mundo debe aplicar la tecnología de la que dispone para ir mejorando los procesos y limitar el impacto que tiene la actividad humana, pero en la medida de lo posible eso debe ser igualitario. Si no, te estás tirando piedras contra tu propio tejado, y en otros sitios se está contaminando.

-El sector industrial, ¿se ha sentido bien o mal tratado por las administraciones?

-En Europa cada país defiende sus intereses y al final no son los mismos. Alemania tiene unos intereses que no coinciden exactamente con los de España. A nivel nacional y andaluz ha habido una etapa en la que no se ha tomado con cariño a la industria. Creo que eso se está revirtiendo, detecto tanto a nivel nacional como andaluz un mayor interés por recuperar la industria, convencido como se está de que es un factor de generación de riqueza evidente. Aquellos países que tienen un mayor peso de la industria en el PIB son los más desarrollados, pero tanto Andalucía como España han llevado el porcentaje industrial en el PIB a valores que no son los necesarios para poder competir y tener una economía sólida.

-¿Qué queda por hacer para incrementar el peso industrial?

-Evidentemente quedan muchas cosas por hacer a nivel de infraestructuras, de menos trabas administrativas, de apoyo desde el punto de vista financiero, incluso colectivo. Otro factor que hay que tener en cuenta es la calidad del empleo industrial. Tiene dos diferenciales: la estabilidad del empleo es uno, por el tipo de actividad que se desarrolla hace falta gente con una formación muy sólida. Y después está el salario, más alto que el de otros sectores. A lo mejor los agentes sociales tienen que tener esa convicción de defensa de la industria, que hay veces que no se tiene.

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