Opinión. A ciencia abierta

La playa

Si los hombres son como partículas del fluido de la humanidad, y si un científico extraterrestre estudiara las propiedades de este fluido, pronto enunciaría la siguiente ley empírica: “Cuando se eleva la temperatura, las partículas humanas fluyen hasta las partes más externas del sistema”. (O sea, que cuando hace calor, nos vamos a la playa).

Todas las partículas humanas que, con temperaturas moderadas, estaban repartidas más o menos homogéneamente por el sistema (el país), cuando hace calor se concentran en una estrechísima franja en la transición tierra-mar. Evidentemente, este flujo hacia la periferia conlleva una extraordinaria densidad humana en la costa. En cierto modo recuerda a las partículas cargadas que en un medio conductor se encuentran repartidas en su superficie.

Cuando nuestro hipotético observador quisiera dar una explicación científica a esta ley de la “migración termogenética centrífuga” de las partículas humanas, se le podrían ocurrir diferentes hipótesis. Por ejemplo, podría pensar que, como los electrones en un conductor, los humanos se repelen y tienden a alejarse, estando limitado este alejamiento por el tan inevitable como inhabitable mar; el alejamiento se interrumpe en la costa y allí se acumulan los humanos. Pero pronto desecharía tal hipótesis porque la alta densidad en la costa provocaría un contraflujo hacia el interior. Quizá esta idea podría explicar, la afluencia de partículas humanas desde otros sistemas (es decir, la invasión de algunos extranjeros a nuestras playas).

Otra explicación podría ser que las partículas humanas a altas temperaturas se convierten en partículas altamente hidrófilas y acuden al mar que es donde más agua hay. Pero tampoco esta hipótesis sería completamente satisfactoria. Una observación detenida de la distribución de humanos a lo largo de la estrecha franja de litoral, pone de manifiesto que muy pocas partículas se introducen realmente en el agua, si exceptuamos a las partículas de más reciente creación (niños). Los humanos se aglomeran en la transición tierra-agua pero por la parte de la tierra. ¿Qué hacen  las partículas humanas soportando una altísima densidad en un lugar tan poco propicio para la vida como es esa arena tan parecida a la del desierto?

La explicación no puede buscarse en el Sol, pues también luce esta estrella G6 en el interior del país; y como consecuencia, tampoco puede ser el bronceado, que además acarrea cáncer de piel y quemaduras molestísimas.

Otra explicación, probablemente también insatisfactoria, sería simplemente que a los humanos les gusta ver el mar, despertándose su sensibilidad estética con las altas temperaturas. Una observación interesante que apoyaría esta hipótesis es que los apartamentos humanos costeros se revalorizan enormemente si desde algún punto minúsculo del salón se puede ver un trocito de mar. Sin embargo, no puede mantenerse esta hipótesis porque la aglomeración es tal, que en la playa no se ve realmente el mar.

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