METEOROLOGÍA

El incierto mapa del tiempo

  • La Agencia Estatal de Meteorología ha previsto un verano algo más caluroso de lo habitual en el Norte y en los parámetros normales en el Sur y el Mediterráneo. La fiabilidad de las predicciones no llega más allá de 7 días

"Es como si a un médico le exiges que te diga cómo va a estar tu salud dentro de un mes”. Así, con esta analogía, resume José Antonio Maldonado, el meteorólogo de Televisión Española, la espinosa cuestión de la predicción del tiempo. Para saber si dentro de unos días lloverá, hará más calor o no soplará el viento sería necesario conocer con absoluta exactitud cómo se comporta la atmósfera. Y esto, a día de hoy, aún no ha sucedido. Eso sí, se intenta, con modelos matemáticos que tienen en cuenta todas las variables que intervienen en el clima. Éstos más precisos mientras más cercano es el día, algo que tiene toda la lógica. Lo explica Manuel Mejías, físico y presentador del tiempo en Canal Sur Televisión: “Si al tercer día desde la realización de la predicción una variable falla el programa matemático ya no sirve y, además, la distancia entre éste y la realidad será exponencial a medida que pase el tiempo; diez días después el clima no se parecerá en nada a lo que se había previsto en un principio”.

Aún así, los modelos son cada vez más precisos. A tres días vista, la fiabilidad es casi máxima. Y bastante alta para una semana. Incluso ya se hacen pronósticos completos para las siguientes diez  jornadas, con las temperaturas máximas y mínimas, la nubosidad y el vientos. Más allá, la concreción no existe. Sólo hay aproximaciones. Así, la Agencia Estatal de Meteorología realiza un modelo trimestral que especifica, por ejemplo, si las temperaturas van a estar por encima o por debajo de los valores normales en cada lugar. Este verano, y concretamente para los meses de julio, agosto y septiembre, este organismo establece dos franjas diferenciadas: el norte de una línea imaginaria que cruza desde el Pirineo más occidental hasta la frontera entre Portugal y Cáceres; y todo lo que está al sur. En el primer caso, se previó que las temperaturas estuvieran un grado o grado y medio por encima de lo habitual. Si el modelo se cumpliera, agosto debe ser muy caluroso, ya que julio estuvo por debajo de los parámetros normales. Para Andalucía y toda la franja mediterráneo, nada se saldrá de la norma. Las temperaturas marcarán los grados habituales en cada una de las ciudades y comarcas.

Como explica Maldonado, España es uno de los países del mundo donde es más difícil predecir el clima, por su situación y orografía. Está bañado por tres mares, Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico, es muy montañoso, se encuentra cerca del Sahara y no está muy lejano del Ecuador. Conclusión: “Se generan muchos microclimas y a no muchos kilómetros de distancia”. Un ejemplo. Entre Marbella y Fuengirola puede haber entre cuatro y cinco grados de diferencia un mismo día de verano. Depende del viento. Si es, del este, lo normal en esta época del año, los que residan en Fuengirola tendrán jornadas relativamente más frescas; pero si es del oeste, el viento chocará con la sierra y llegará recalentado a esa zona. Esto es lo que se conoce como popularmente como viento terral. En Marbella, este efecto es mucho menor.

Otro ejemplo de microclima es el Valle del Guadalquivir, la zona más calurosa de España. ¿Por qué? Hay varias causas, aparte de la época del año. Si es invierno el anticiclón atlántico o de las Azores está muy por debajo de la península y favorece la aparición de borrascas. En verano, sin embargo, este área de altas presiones sube y domina todo el país. Es un fenómeno invariable, es decir, que se produce todos los años, y suele ir acompañado por vientos del este. Estos se estancan en una zona baja y plana como este valle, lo que hace que se recalienten. A veces se produce otro efecto: un centro de bajas presiones en el Sahara provoca que vientos muy cálidos, procedentes del sur, lleguen a Andalucía. Entonces hay motivos para echarse a temblar, ya que en estos casos se suele hablar de ola de calor africano.

Éste es un término, que desde el punto de vista meteorológico, no está definido, según explica Juan de Dios del Pino, jefe de Predicción de la Agencia de Meteorología en Andalucía Occidental. “Puede referirse a que las temperaturas son altas durante mucho tiempo, o que, en dos o tres días, suben muchísimo; nosotros damos avisos especiales cuando la situación es muy prolongada y puede afectar a varias comunidades; y este año no hemos emitido ninguno”. Manuel Mejías argumenta que, en sus puros términos, ola de calor se refiere a una subida brusca del calor. “Se ha descontextualizado. Ahora se considera que es un periodo de tiempo en el que se superan los cuarenta grados, cuando eso, en ciertas zonas, es lo natural. Algo por debajo sería un verano fresco”. También, evidentemente, depende del lugar: no es lo mismo 33 grados en Sevilla que en Santander.

 Si la idea es viajar a la cornisa cantábrica, es de temer el viento del sur, pues la cordillera hace de frontera. Eso sí, si sopla del norte, hay que olvidar las mangas de camisa. Si usted vive en Sevilla y no viaja, hay una posibilidad de que tenga suerte con el clima: que sople viento del oeste, algo poco habitual. Entonces, en el mediterráneo pasarán más calor y menos en el Valle del Guadalquivir. Una última curiosidad. ¿Más calor en Córdoba o en Sevilla? Dice Juan de Dios del Pino que de día hay un grado más en la capital califal que en la hispalense. Por el contrario, las noches son un grado más calurosas en Sevilla. La razón es simple: al ser más de interior, las oscilaciones térmicas en Córdoba son mayores. Es la lógica del clima.

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