Provincia

El último pino de la calle Ancha

El último pino de la calle Ancha

El último pino de la calle Ancha

Los pinos no están solos, que están con sus sombras.

El Alma sí que está sola.

Muchos piensan que un pino menos no importa, que hay muchos en Punta

Juan Ramón Jiménez

No hace mucho me encontré una mañana a los jardineros municipales con la motosierra en mano preparándose para talar ese gran pino, el último que queda en toda la calle Ancha de Punta Umbría. Me bajé del coche y les pregunté qué pensaban hacer y me respondieron que iban a cortar el pino. Por qué, les pregunté y me respondieron que les habían dando la orden desde la superioridad, ya las palomas que allí había ensuciaban mucho los coches que aparcaban debajo y se recibían muchas quejas de los ciudadanos.

Bajo mi responsabilidad les dije que no lo hicieran y que dijesen a quien les mandó, que había sido yo quien daba la contraorden.

Muchos piensan que un pino menos no importa, que hay muchos pinos en Punta Umbría y que a veces los cortamos. Y en efecto, Punta Umbría tiene tantos que cada vez que queremos hacer algo tiene que ser a costa de eliminar alguno, pero bien es cierto que procuramos ser muy sensibles con ellos, por ejemplo, cuando hicimos la Casa Museo de los Ingleses solo se cortaron cinco unidades para que quedase ubicada la edificación entre pinares.

Para construir la Oficina de Turismo solo se cortó uno y cuando se hacen las necesarias viviendas se cortan más porque no hay más remedio, pero este concretamente no molesta para construir nada, es suficiente con pintar de amarillo el bordillo que está debajo de su sombra y así no se mancha ningún vehículo.

Pero es que además este es un pino cargado de historia, tiene un significado muy especial para este pueblo y especialmente para los mayores.

Los más jóvenes desconocen lo que les voy a contar y es bueno que lo sepan para que le den valor a este gran pino.

En Punta Umbría no había cementerio, era una aldea de muy pocos habitantes que dependía del municipio de Cartaya, tenía muchas carencias, no disponía de agua potable ni por supuesto de redes de alcantarillado, no había ninguna calle asfaltada, todo era de arena, no existía carretera, la única forma de ir y venir era en barco o andando por los arenales, ni siquiera había una iglesia, las misas las decía el cura en una casa de la ría. El núcleo urbano se terminaba prácticamente en este pino al que hoy le estoy dedicando este pequeño homenaje. Después del pino había un par de talleres y casetas de madera diseminadas.

En los años cincuenta ya por fin se construye la Iglesia del Carmen, hoy llamada Nuestra Señora de Lourdes, y cuando alguien fallecía se llevaba a hombros por la calle Ancha, que era de arena hasta este gran pino donde los familiares recibían el pésame debajo de su sombra antes que el difunto partiera en su último viaje a lomos de una caballería hacia el cementerio de Cartaya, a través de las dunas en un dantesco caminar, muy parecido al que hizo el rey Felipe el Hermoso por Castilla acompañado por su esposa doña Juana la Loca. Otros más agraciados iban en barco o en canoa hasta Huelva, donde lo esperaba un carro fúnebre en el muelle que lo trasladaba hasta el cementerio situado por aquel entonces al final de la calle San Sebastián.

Por tanto, nuestro pino bien merece el respeto de todos los puntaumbrieños, por su gran porte, por su esbeltez y por lo que ha supuesto en la historia triste de este pueblo donde tantas lágrimas se derramaron. Es el último y único pino que queda en la calle Ancha puntaumbrieña.

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