educación| inclusión en la aulas

La escuela como cuna para la integración

  • Un total de 8.390 alumnos de origen extranjero estudian en los centros educativos públicos de la provincia

  • La mayoría son de Marruecos y Rumanía

Abdel, Amwar, Marwa, Fátima, Mustafá, Jenica, Mihaela, Omar, Ileana… Y así, hasta un total de 8.390 alumnos de origen extranjero estudian este año en los diferentes centros educativos públicos de la provincia onubense, especialmente en aquellas comarcas donde la agricultura intensiva es uno de los motores económicos como el Condado y la Costa Occidental, donde destacan municipios como Moguer, Palos de la Frontera, Rociana del Condado, Lucena del Puerto o Bonares en el primer caso, y Lepe, Cartaya, Isla Cristina, Ayamonte, Villablanca o San Bartolomé de la Torre en el segundo.

La mayoría de los menores proceden de Marruecos y Rumanía, y a una considerable distancia otros países de Europa del Este, Ecuador, Bolivia Colombia o China, entre otros.

Los estudiantes de origen extranjero se concentran en el Condado y la CostaEn Huelva también hay menores de Ecuador, Bolivia, Colombia o China, entre otros

El Centro de Educación Infantil y Primaria (CEIP) Juan Ramón Jiménez de Cartaya es un claro ejemplo de ello con un 37,36% de población inmigrante en sus aulas. De sus 720 alumnos, 269 son de origen extranjero: 235 de Marruecos y otros países de África, y los 34 restantes de distintos países del Este, sobre todo de Rumanía.

A pesar de ello, según relata a Huelva Información Luis Benítez, jefe de estudios de dicho colegio cartayero, "yo llevo aquí ya 13 cursos y no es un centro problemático". "La mayoría de las familias llevan muchos años en España -prosigue- hay integración, juegan juntos, incluso más que en la calle, e interactúan entre ellos".

Para Benítez la principal barrera es el idioma, así como el desfase más importante es que en su entorno familiar no suele hablarse español. La barrera cultural es mucho menor, aunque según el jefe de estudios del Juan Ramón Jiménez "también se nota, por ejemplo entre la población árabe, donde la desigualdad entre niños y niñas es evidente en algunos casos".

Noemí García, maestra de tercero en dicho centro y cuya clase alberga un 50% de menores de origen extranjero, coincide con su compañero al señalar que la convivencia "es muy buena, juegan entre ellos y se relacionan en todos los sentidos sin ningún tipo de problema". "Nos ha llegado estos días una menor de Casablanca -prosigue- que se encuentra en un periodo especial de adaptación porque no sabe nada de español". A pesar de ello "se está integrando perfectamente con el resto de niños" asegura, para concluir afirmando que "ojalá los mayores nos comportásemos como ellos en materia de convivencia".

Llegar al actual nivel de integración de nuestros centros educativos no es fácil. El CEIP Juan Ramón Jiménez cuenta para ello "como principal recurso", señala Benítez, con un Aula Temporal de Adaptación Lingüística (ATAL), una de las muchas herramientas que el sistema público andaluz de enseñanza ha puesto en marcha y desarrollado a lo largo de las últimas décadas con el principal objetivo de garantizar la atención del alumnado procedente de otras nacionalidades con una triple vertiente: integración y acogida, enseñanza de español y fomento del mantenimiento de la cultura de origen.

En este colegio cartayero, por ejemplo, también se imparten clases particulares de árabe, y en estos momentos se está programando un curso de castellano especialmente dirigido a madres árabes a petición de un grupo de ellas.

No obstante, según fuentes de la Delegación Territorial de Educación de la Junta de Andalucía en Huelva, tras años de recepción masiva de este tipo de alumnos, en los últimos años "se constata" que las familias sin recursos y sin posibilidades de acceder al mercado laboral están decidiendo regresar a sus países de origen.

En este sentido, según las mismas fuentes, actualmente "nos encontramos mayoritariamente con un alumnado asentado en las localidades desde hace años (con negocios propios o trabajos estables) o que acude a nuestro país asiduamente para trabajos de temporada, normalmente en el campo".

En cualquier caso, en nuestra provincia hay escolarizados en el presente curso escolar, según los datos facilitados por la Delegación, 8.390 alumnos distribuidos en todas las etapas educativas: desde primer ciclo de educación Infantil hasta educación de Adultos, para cuya atención la Consejería de Educación dispone de los siguientes recursos, programas y herramientas: profesorado de Aulas Temporales de Adaptación Lingüística (ATAL); Programa de Apoyo Lingüístico para inmigrantes (PALI); mediación intercultural a través de entidades sin ánimo de lucro; Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (Placm); Programa de Lengua, Cultura y Civilización Rumana; Red Profesional de Orientación Escolar y Área de Compensación Educativa.

En Secundaria la situación es bien distinta. La mayoría de estudiantes llega a los institutos procedentes de la etapa Primaria. Y por tanto los recursos destinados a integración son menos.

Así lo admite Francisco Santana, director del Instituto de Educación Secundaria (IES) El Sur, en Lepe, en cuyas aulas hay un total de 89 alumnos de origen extranjero procedentes de 17 nacionalidades distintas.

Además, añade Santana, el número "ha bajado un punto en los últimos años pasando del 10 al 9%" como consecuencia del regreso de muchas familias a sus países de origen desde que se inició la crisis. Por ejemplo, detalla el director del IES El Sur el curso 2010-2011 había en el centro 26 alumnos de origen ecuatoriano, que se han reducido a tan solo cinco el presente curso escolar. Por el contrario, prosigue, ha aumentado el número de estudiantes procedentes de algunos países del Este de Europa como es el caso de Rumanía, que ha pasado de 22 a 30, o Bulgaria, de uno a ocho, así como han aumentado los de origen chino.

Pero en definitiva, enfatiza, "nuestra educación es muy inclusiva. El alumno se matricula según su edad, y lo habitual es que vaya al curso que le corresponde. No hay ningún tipo de distinción".

La mayoría son extranjeros que nacieron en sus países de origen, añade Santana, pero que vinieron a España muy pequeños, por lo que ya han pasado por la educación Primaria y por tanto "están socializados en nuestro país". "En los casos que no es así -prosigue- que son los menos (solo siete este curso), la principal barrera a la hora de integrarse es el idioma". Para ello los centros de Secundaria, como este de Lepe, también disponen de Aula Temporal de Adaptación Lingüística (ATAL), a la que tienen acceso durante un año, y excepcionalmente dos.

También en el marco de la educación inclusiva del centro, señala Francisco Santana, "procuramos ubicar a alumnos con problemas derivados del idioma con compañeros de su mismo país que conozcan tanto su lengua de origen como la española, para que se ayuden", así como "buena parte del trabajo diario de los docentes se centra en procurar que los menores de origen extranjero se sientan lo más integrados posible".

Fruto de todo ello, concluye, en este instituto "hay una buena convivencia y no suele haber problemas".

A pesar de todos estos recursos, para el jefe de estudios del CEIP Juan Ramón Jiménez el sistema tiene aún algunos agujeros. El principal, explica, es el derivado de la jornada laboral de aquellos padres que trabajan en el campo, que en el caso de la población inmigrante son la inmensa mayoría. Como empiezan a trabajar muy temprano, señala, hay pequeños que con solo cuatro años entran a las ocho de la mañana en el aula matinal, para salir ya por la tarde, después de haber apurado todos los recursos escolares: clases, comedor y actividades extraescolares. "Lo peor de esto -añade- es que en medio hay huecos durante los que deambulan por el centro sin nada que hacer. Algunos solos, y otros a cargo de hermanos un poco mayores que ellos, y cuando llegan a 4º o 5º -9 a 12 años-, en lugar de por el centro empiezan a deambular por la calle".

Como ejemplos de algunos alumnos de origen extranjero está Marwa Essharaaouy (8 años) que es de origen marroquí y está en tercero de Primaria en el CEIP Juan Ramón Jiménez de Cartaya. Es hija única y nació en España, donde sus padres residen desde hace ya 15 años, trabajando en el campo, concretamente en la recolección de frutos rojos. Marwa afirma que su sueño es ser maestra porque le gusta mucho leer y enseñar a otros niños. También le gusta cantar y bailar y su deseo es quedarse a vivir en Cartaya y ejercer como maestra en esta localidad, donde confiesa que se encuentra muy a gusto porque tiene muchos amigos tanto españoles, como de Marruecos y de otros muchos países.

Como Marwa, Adam El Bakhoai (9 años), también es de origen marroquí y está en tercero de Primaria en el CEIP Juan Ramón Jiménez de Cartaya. Igualmente como su compañera de clase, Adam nació en España, donde sus padres llevan instalados muchos años. Tiene un hermano más pequeño, de cuatro años.

De mayor quiere ser policía porque le gusta ayudar a la gente y porque "tienen sueldos dignos para vivir" afirma. En caso de no poder, le gustaría ser maestro porque "enseñar a los demás es muy bueno". Disfruta con la lectura, cuando juega al fútbol y cuando baila, y también le gustaría quedarse a vivir en Cartaya.

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