Provincia

Los comercios esperan superar la caída de las ventas con los temporeros

  • Algunos establecimientos adaptan su horario a la demanda de los inmigrantes que trabajan en la campaña agrícola · Los incrementos en la caja se cifran entre un 30 y un 40% más

La inmigración que recala en Rociana con motivo del inicio de la campaña fresera conforma una de las grandes bazas con las que cuentan los comerciantes para voltear unas cuentas que, en el inicio de curso, se están presentando tremendamente aciagas. El sector empresarial se queja de que la 'brutal' bajada en las ventas registrada durante los primeros meses del año no se circunscribe a la típica y a la vez temida cuesta de enero, sino que ésta tiene raíces más profundas que parten de la delicada situación económica en la que se encuentran unas familias "ahorcadas" por la subida del precio del dinero.

Por todo ello, el sector ha depositado su confianza en que el contingente de inmigrantes, que llega al municipio durante la recolección del fresón, venga a mejorar, al igual que en ejercicios anteriores, su cuenta de resultados. Aunque la mayor parte de los inmigrantes con contrato en origen vive en las explotaciones agrícolas del entorno de Rociana, su cercanía al casco urbano los hace desplazarse asiduamente para realizar sus compras en alimentación, ir de tiendas o reunirse en bares, cafeterías y plazas públicas, con las consiguientes sinergias económicas que ello genera.

Gracias a ello desde hace un lustro el sector empresarial espera la llegada de la campaña agrícola como agua de mayo, sabedores de que ello se traduce en un aumento considerable de sus ventas. Una realidad que cobra mayor relieve, si cabe, en aquellos establecimientos que subsisten gracias a este particular agosto. Es el caso de los locutorios telefónicos asentados en la población condal, que ven aumentada su clientela hasta en un 500%.

Sin alcanzar estas estratosféricas cifras, gran parte de los comercios ven aumentada su facturación gracias a este coyuntural ascenso poblacional, que sitúa la cifra de ciudadanos por encima de la barrera de los 10.000 habitantes. El auxiliar de farmacia, Domingo Villarán, constata este aumento que cifra en torno al 30% en los meses de marzo, abril y mayo. Generalmente los productos más demandados por los temporeros "suelen ser calmantes y antiinflamatorios, y su afluencia se dispara durante el horario de tarde", apostilla Villarán.

Precisamente por ello un gran número de comercios han adaptado, incluso, sus horarios con objeto de capitalizar esta realidad social y brindar a los inmigrantes la posibilidad de comprar en horas en los que, por regla general, suele colgarse el cartel de cerrado. 'La Cadena' y 'El Jamón' han sido pioneros en adaptarse a estas 'exigencias' del mercado, abriendo de forma ininterrumpida de 9.00 a 21.00 horas. El encargado de este último establecimiento, José Miguel Pichardo, señala que, gracias a esta política, han podido lograr una facturación "un tercio superior con respecto a los meses del 2007". Pichardo subraya que no sólo la inmigración que llega en el municipio con motivo de la campaña fresera ha logrado aumentar las ventas, sino que los extranjeros ya censados en Rociana han contribuido en gran medida a mejorar la cuenta de resultados. En la hostelería, las ventas también se ven significativamente incrementadas, sobre todo en algunos bares y centros hosteleros de comida rápida en los que la presencia del colectivo inmigrante viene a representar el 40% de la facturación en la campaña.

Las tiendas de ropa y calzado son otros de los comercios más frecuentados por las inmigrantes. Aquí son las tiendas con marcas de menos renombre y costes más contenidos, las que se benefician sobremanera de esta masiva afluencia de personas a sus comercios. Por el contrario la empresaria de Zapatería Inma, Inmaculada Márquez, precisa que, en su caso, "no existe una correlación directa entre el aumento poblacional y las venta". Igual ocurre con las tiendas de ropas con primeras marcas del sector textil que se ven privadas de esta clientela por tener un poder adquisitivo menor que la media de la población.

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