Pesca

El futuro del sector del cerco pasa por la pesquería de la sardina

  • Los pescadores esperan que se mantenga abierto en caladero del Golfo de Cádiz en 2018

  • La cuota de captura de boquerón se mantiene en 5.910 toneladas para el próximo año

El escollo del boquerón se ha salvado pero aún queda la sardina. Finalmente, los barcos de cerco que faenan en el Golfo de Cádiz podrán capturar una cuota de boquerón de 5.910 toneladas este año, tras el acuerdo alcanzado por los ministros de Pesca de la Unión Europea después de arduas negociaciones para el reparto de Totales Admisibles de Capturas (TAC). Duro ha sido el año 2017 para el sector pesquero onubense con paradas forzosas y prohibiciones incluidas, que han puesto en jaque en más de una ocasión este año el futuro de los pescadores. Primero fue la chirla y después la sardina las que dejaron a los marineros el año pasado en el paro y por último ha sido el boquerón el que mantuvo en vilo hasta última hora a la flota de cerco. Todo debido a decisiones tanto del Gobierno central como de la Junta de Andalucía.

Primero fue la Administración autonómica la que decidió cerrar el caladero andaluz a la captura de la chirla durante siete meses de parada para la regeneración de la especie. La prohibición se prolongó hasta julio cuando las 96 embarcaciones que conforman el sector de la chirla en el Golfo de Cádiz volvieron a faenar.

Los mariscadores regresaron al trabajo preocupados por cumplir un tiempo de pesca de tan solo de tres horas al día establecido por la Administración regional.

La vuelta a la actividad fue posible después de que la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural reabriera el caladero tras recuperar el 60% de sus posibilidades, aunque con una serie de medidas destinadas a garantizar la recuperación y conservación del recurso, como ese tiempo de pesca o una cantidad máxima de captura al año de 2.500 toneladas.

El regreso a la mar se produjo además en un momento en el que las condiciones atmosféricas no fueron favorables para la especie. Desde entonces, la Consejería, en colaboración con el Instituto Español de Oceanografía, es la encargada de llevar a cabo el seguimiento científico de los bancos de chirla del Golfo de Cádiz.

Si los muestreos determinan un rendimiento medio de captura inferior a 0,8 kilogramos por minuto (punto de referencia biológico establecido por el IEO para que la actividad sea sostenible), la Junta reducirá un día de jornada de pesca, mientras que si es inferior a 0,6 kilogramos por minuto procederá de nuevo al cierre del caladero.

Después sería el Ministerio de Pesca el que propinó un batacazo al cerco onubense y gaditano con el cierre de la pesquería de la sardina cuya cuota de captura para este año debe esperar a los resultados de un estudio del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar), y podría ser cero como algunos han propuesto.

Fue en agosto de 2017 cuando la Secretaria General de Pesca Marítima del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente remitió una disposición a las asociaciones de pescadores donde se les comunicó el cierre de las pesquerías de sardina y jurel a partir del 1 de septiembre en el Golfo de Cádiz. Dicha medida fue justificada por la Dirección General de Ordenación Pesquera debido al agotamiento de la cuota para la captura de ambas especies, aunque matizaba que la prohibición es de carácter provisional y precautorio. La sardina es la única especie que constituye la principal captura en los meses de septiembre y octubre y sin embargo los pescadores debían recoger las redes.

En la provincia onubense, los principales puertos afectados por esta prohibición son Isla Cristina y Punta Umbría. En total 86 embarcaciones de Huelva y Cádiz las que más tripulación llevan con un media de ocho tripulantes por barco, además del empleo inducido e indirectos que genera la actividad.

El cierre fue inesperado, pero no a todo el sector le cogió de sorpresa, toda vez que llevaba el control del consumo de la cuota de captura. Eso sí todos coincidieron en señalar que la noticia era muy negativa para los pescadores, en plena campaña, y advirtieron de la "muy complicada" situación para el Golfo de Cádiz, porque se cerró la captura de la sardina y el jurel; y además escaseaba la caballa y el boquerón. Tal fue así que las cofradías de pescadores de Punta Umbría e Isla Cristina protagonizaron concentraciones para mostrar su protesta ante la situación creada.

El sector del cerco prioriza ahora mantener abierto el caladero de la sardina, a la espera de conocer la decisión de la Comisión Europea en relación a esta pesquería de aguas ibéricas para 2018.

España y Portugal han presentado a la UE el Plan de Gestión Plurianual para la captura de la sardina en sus aguas, un documento que han elaborado conjuntamente, en el que se plantea limitar las capturas para este año a 14.500 toneladas para los dos países y un incremento mínimo de la biomasa de esta especie del 5%.

Los pescadores aguardan a conocer la resolución, aunque esperan que se dé el visto bueno al plan. Otra cosa será el reparto entre España y Portugal y entre el Cantábrico-Noroeste y el Golfo de Cádiz.

Casi terminando el año pasado, los ministros de Pesca de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo sobre las posibilidades de pesca de 2018, en el que se mantienen las cuotas de pesca de este año respecto al boquerón del Golfo de Cádiz (casi 6.000 toneladas) y se incluye una reducción del 12% para las capturas de merluza sur, hasta las 5.923 toneladas para la flota española, frente al recorte del 30% que planteaba la Comisión Europea para esta población.

El TAC de boquerón para España y Portugal se fijó en 12.500 toneladas. El acuerdo alcanzado beneficiará a un total de 86 buques de la flota de cerco de Huelva y Cádiz, que dan empleo directo a más de 600 tripulantes y a los cientos de puestos de trabajo indirectos en las lonjas. En cuanto a la cigala del Golfo de Cádiz, además de conseguirse una subida del 15% del TAC, se han sentado las bases para una futura gestión por unidades funcionales, de acuerdo a las recomendaciones científicas. Así de las 54 toneladas adjudicadas este año se pasa a las 62,1.

Como balance, el sector de la pesca apunta a uno de los peores años de los últimos tiempos en todas las modalidades.

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