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Matilde Martín proclama su amor a la Blanca Paloma

  • La pregonera recuerda a Mari Reyes Fernández, la fallecida madre de los cinco hermanos mayores

Matilde Martín en un momento del pregón ofrecido en las Angustias.

Matilde Martín en un momento del pregón ofrecido en las Angustias. / césar carnacea

El pregón rociero que Matilde Martín Pérez ofreció a todos sus paisanos e invitados rocieros en la parroquia de las Angustias fue excelente. Tras la misa que sucedió al triduo, que finalizó con la Salve y los vivas a cargo de Manuel Tirado, llegó el pregón. Presentado de manera sencilla y lleno de amor por Lucía Cucala, Mati Martín comenzó su pregón de manera diferente. Sabían sus paisanos, por el carácter risueño y alegre de la pregonera, que iba a deleitarlos.

Recordó su manera de hacer el camino desde hace muchos años, con verdadera vocación rociera. Casi sin agua, con casi lo puesto, aunque nunca le faltó la comida, cosa que se compartía con muchos de los miembros de la comitiva. La alegría venía por barrios. Unas veces por las anécdotas, otras por las muchas dificultades para atravesar los caminos y otras por la falta de descanso que era aliviado por las cabezadas que se daban de vez en cuando.

Los aplausos resonaban, interrumpiendo muchas veces su alocución. Sobre todo cuando, con lágrimas en sus ojos, se refirió a las vivencias y al motivo de hacer ella ese pregón: la efemérides del fallecimiento hace 25 años de la hermana mayor de aquel entonces, Mari Reyes Fernández, madre de los cinco hermanos mayores de este año. Sus palabras estuvieron llenas de amor y admiración.

A partir de ese momento, y ya con los nervios más templados, Mati comenzó su andadura por los caminos, llenándolo todo de amor hacia la Madre y su Hijo, el Pastor Divino. Día por día, noche por noche, la pregonera iba desgranando las cuentas del camino hasta llegar a los pies de la Patrona de Almonte. El pregón acabó lleno de cánticos.

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