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El primer premio Goncourt se escribió en San Juan del Puerto

  • John-Antoine Nau, pseudónimo de Eugène Léon Édouard Joseph Torquet, firma su ‘Force ennemie’ desde el 51 de la calle Real sanjuanera en 1902

John-Antoine Nau visto por M. E. Gross. Comœdia, 25-11-192

John-Antoine Nau visto por M. E. Gross. Comœdia, 25-11-192 / Juan Villegas Martín (Huelva)

Si yo les cito ahora el nombre de John-Antoine Nau y el de una novela llamada Force ennemie, probablemente ustedes hagan lo mismo que hice yo la primera vez que leí estos nombres: poner cara de extrañeza. Luego harían una consulta telemática que les aclararía, como a mí, que estamos ante un escritor francés –franco-americano, para no mentir– olvidado prácticamente en la actualidad, que sin embargo gozó del alto honor de ser galardonado con el célebre premio Goncourt en su primera edición, la del año 1903. Dicho premio, que desde entonces ha sido concedido a autores de la talla de Marcel Proust, André Malraux, Simone de Beauvoir o Marguerite Duras, es, como se sabe, uno de los galardones literarios más prestigiosos de Francia, si no el que más.

El asunto, con su aureola de altos vuelos culturales, con el marchamo del grand monde parisino, suena tan alejado de nuestra tierra onubense –de aquella Huelva provinciana de principios del siglo XX, con una capital que no era aún mucho más grande que algunos pueblos–, todo ello suena tan alejado, decimos, que parece difícil que exista algún tipo de vínculo entre ambos ambientes. Pero, quizá para confirmar aquel refrán que proclama que el mundo es un pañuelo, la realidad se empeña en demostrarnos que en la historia y en la vida todo está de alguna forma interconectado.

Vayamos por partes. La historia que aquí les traigo ocurre entre 1901 y 1902, y tiene su anclaje en un lugar muy concreto: el número 51 de la calle Real, en San Juan del Puerto. En esos años habita esta casa, que dispone de un huerto propio –El jardín–, un matrimonio francés del que es probable que los sanjuaneros supieran muy poco por aquel entonces. Quizá solo que cultivaban su huerto y vendían algunas frutas y verduras; pocos sabrían que el varón, que tenía unos cuarenta años, se dedicaba también a escribir. Pero tampoco sabían mucho de él en los medios culturales franceses del momento, que, solo tras la notoriedad adquirida por la consecución del Goncourt, lo definían como un trabajador silencioso, “brun, timide, de santé peu robuste” y necesitado de vivir “dans des pays chauds” (moreno, tímido, de salud delicada y necesitado de vivir en países cálidos). Su nombre real era Eugène-Léon-Édouard-Joseph Torquet, aunque ya por esta época usaba su curioso seudónimo, John-Antoine Nau.

Artículo sobre la correspondencia de Nau. Figaro, 24-08-1929. Artículo sobre la correspondencia de Nau. Figaro, 24-08-1929.

Artículo sobre la correspondencia de Nau. Figaro, 24-08-1929. / Juan Villegas Martín (Huelva)

Pero ,¿qué hacía este escritor en San Juan del Puerto en 1901? Nacido en California de padres franceses, Eugène Torquet es la pura imagen de la vida errante, en un constante traslado de residencia que le lleva a habitar en numerosos lugares de Europa y América: las costas de Venezuela y Colombia, Martinica, las Antillas; Mallorca, Barcelona, Málaga, las islas Canarias; aparte de los más diversos pueblos y ciudades de Francia. Raras son las estancias de más de uno o dos años en cada sitio. San Juan del Puerto sería una etapa más en esa existencia nómada, apartada de convencionalismos y deseosa de la tranquilidad que en aquella época podía ofrecer una pequeña villa andaluza de poco más de 3.500 habitantes.

El autor fue un trotamundos que vivió dos años en una casa de la localidad onubense

Es precisamente en San Juan del Puerto (Provincia de Huelva), El Jardín, 51, calle Real donde están fechadas tres cartas dirigidas por John-Antoine Nau a sus contactos de París con el objeto de procurar la publicación de sus trabajos literarios, misivas que años después de la muerte del escritor publicaba Jacques Patin, redactor jefe del diario Figaro, en su suplemento literario del 24 de agosto de 1929. Fue con la lectura de su artículo como tuve conocimiento por primera vez de la presencia del escritor galo en San Juan. Las fechas de las citadas cartas –15 de octubre y 12 de diciembre de 1901, y 27 de febrero de 1902– nos centran la estancia de Torquet en el pueblo, hasta su marcha en el otoño de 1902 hacia Málaga y su regreso, poco después, a Francia.

Aunque no puede decirse que la estancia del autor francés en nuestra tierra dejara profunda huella en su obra, no cabe duda de que Nau encontró en San Juan del Puerto lo que sin duda buscaba: el aislamiento y el sosiego necesario para sumergirse en sus creaciones literarias, compartiendo la actividad intelectual con el cuidado de la huerta y de los animales del corral. De hecho, usando una expresión de resonancias ciertamente bucólicas, en una de sus cartas se complace en autodenominarse pâtre versificateur (pastor poeta), feliz de saberse apartado del ajetreo ciudadano y de sentirse labriego, rodeado de paredes encaladas que luisent au soleil (relucen al sol).

Firma de John-Antoine Nau. Firma de John-Antoine Nau.

Firma de John-Antoine Nau. / Juan Villegas Martín (Huelva)

Entre sus papeles el escritor traía un poemario, Hiers Bleus, en el que venía trabajando al menos desde 1899. A él se refiere en sus cartas escritas desde San Juan del Puerto, buscando, por el momento sin éxito, una editorial en París dispuesta a publicarlo. No lo conseguiría hasta 1904. Hay dos poemas que nos hacen pensar en su estancia onubense; ambos llevan títulos en castellano y pudieron tal vez ser insertados entre 1901 y 1902. El llamado Hortelano aficionado no puede ser más evocador de la condición de Torquet en San Juan. El otro, que tituló Andalucía, recoge entre hermosas imágenes casi oníricas algunos temas clásicos de la visión francesa sobre la España pintoresca. Bajo la sombra del mito de Carmen, la cigarrera de Mérimée, Torquet dedica versos apasionados a la mujer andaluza: “On dit que les âmes ne meurent pas: / Ay! Pepa! Je sens que la mienne se consume / au feu dévorant de tes yeux, Pepa!” (Dicen que las almas no mueren: /¡Ay, Pepa! Yo siento que la mía se consume /en el fuego devorador de tus ojos, ¡Pepa!).

En la provincia encontró el aislamiento necesario para sumergirse en la escritura de sus obras

Pero lo que más llama la atención en las cartas sanjuaneras de John-Antoine Nau se encuentra en la que escribe el 27 de febrero de 1902. Dirigiéndose a uno de sus editores, probablemente a Félix Fénéon, el autor afirma: “Je finis en ce moment un bouquin de prose (…) et je pense bien avoir tout recopié pour la fin avril ou le milieu de mai. Encore un bouquin sur les bras!” (“Estoy acabando en este momento un libro de prosa... y espero tener todo pasado a limpio para finales de abril o mediados de mayo. ¡De nuevo con un libro entre manos!”). Los comentarios que Torquet incluye en su carta sobre el argumento –a caballo entre el onirismo y la ciencia ficción– y el propio apunte del crítico de Figaro antes citado identificando ese libro con Force ennemie, la novela por la que Torquet obtendría un año después el premio Goncourt, implican que la obra se escribió en San Juan del Puerto. Aunque en honor a la verdad hay que decir que probablemente la había empezado anteriormente, durante su estancia en las islas Canarias, con lo que la redacción debió de quedar a caballo entre ambos lugares. Por si faltaba todavía un dato de confirmación, el texto introductorio que a modo de advertencia incluye Torquet en la novela aparece firmado: “J. ANT. NAU, Huelva, 28 juin 1902”.

Año y medio después, en diciembre de 1903, la prensa francesa se hacía eco de la concesión del premio instaurado por los hermanos Goncourt en aquella su primera edición a John-Antoine Nau por su novela Force ennemie. Así lo podemos leer, entre otros, en el diario La Lanterne del 24 de diciembre, que también daba cuenta de los integrantes del jurado, presidido por un escritor de fama como J.-K. Huysmans. Torquet recibió el telegrama que le anunciaba el premio en su nueva residencia de Saint-Tropez, pues ya para entonces hacía unos meses que había abandonado Andalucía.

El texto introductorio a la novela aparece firmado ‘J. Ant. Nau, Huelva, 28 juin 1902’

Antes de la obtención del galardón, John-Antoine Nau era un completo desconocido en el mundo literario de París. Las crónicas de aquellos días cuentan que cuando Lucien Descaves, uno de los miembros de la Academia Goncourt, preguntó quién era el tal Nau, Félix Fénéon, director de la Revue Blanche, le respondió simplemente: “C’est un jardinier d’Huelva” (“Es un jardinero de Huelva”). Aunque el premio le abrió algunas puertas, Eugène Torquet no era un hombre hecho para la fama. Su amigo el poeta Jean Royère afirmaba que le abrumaba sobremanera el ruido que se había organizado a su alrededor. Tal vez fue esa actitud una de las causas de su injusto olvido, que era ya un hecho en los años 20 del siglo XX.

Force ennemie, la novela ganadora del premio Goncourt en 1903. Force ennemie, la novela ganadora del premio Goncourt en 1903.

Force ennemie, la novela ganadora del premio Goncourt en 1903. / Juan Villegas Martín (Huelva)

Así, un par de décadas después de su éxito quedaba silenciado un escritor que no solo había logrado convencer al jurado de los Goncourt, sino que, trazando su camino entre el Simbolismo y las nacientes tendencias de la Vanguardia, llegó a fascinar a Huysmans y a los editores de la Revue Blanche, la revista literaria en la que escribieron los autores más importantes de su época. Desapercibido pasó también el interesante episodio que tratamos, una historia que nos acerca los ecos de la gran literatura europea a este rincón de Huelva donde –curioso capricho de la historia– vive por estos años otro gran olvidado, este de las letras hispánicas: José Nogales. Observando las fechas en que uno y otro vivieron en San Juan del Puerto –Nogales se mudó a Sevilla a principios de 1901, cuando probablemente faltaban algunos meses para que Nau llegara al pueblo–, y viendo los poco más de 300 metros que separan en línea recta los domicilios de ambos, el 18 de la calle Huelva y el 51 de la calle Real, uno no puede por menos de lamentar que el destino no les deparara un encuentro. Sin duda habría sido fructífero, tanto para el regeneracionista onubense como para el extraño francés que acabaría por escribir en San Juan la novela ganadora del primer Goncourt de la historia.

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