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Coronavirus Huelva: La odisea de los camioneros onubenses atrapados en Gran Bretaña en situaciones "lamentables"

  • El transportista olontense Moisés Esperanza lleva desde el domingo viviendo en su camión en la cuneta de una autopista cerca de Dover "sin acceso a agua potable, alimentos, duchas o baños en los que hacer mis necesidades"

  • "He tenido estos días que estar haciendo mis necesidades entre las ruedas del camión, escondido y por la noche, para no ser visto por nadie"

Moisés Rodríguez, camionero de Gibraleón atrapado en Dover. / M. G. (Huelva)

Se llama Moisés Esperanza Rodríguez, tiene 34 años, es natural de Gibraleón aunque vecino de Minas de Riotinto, y es uno de los cientos de camioneros de toda Europa que llevan ya varios días atrapados a lo largo de la autopista que conecta Folkestone con Dover (Reino Unido), unos 650 según ha precisado a la BBC la ministra británica del Interior, Priti Patel

Este camionero onubense se encontraba hasta ayer, desde la noche del pasado domingo, en un descampado junto a la carretera, sin acceso a agua potable, alimentos o aseos, a casi 30 kilómetros del puerto británico de Dover, junto a su compañero de viaje, el cordobés Rafael Miguel Heredia Aguilera (45 años), y en la misma situación que otros ocho camiones de distintos puntos de Europa.

No obstante ayer la suerte le sonrió, en forma de solidaridad entre camioneros onubenses, cuando a media mañana el triguereño Benito Sánchez Pérez (30 años), se puso en contacto con él para avisarle de que le tenía reservado un hueco que había quedado libre para su camión en una de las áreas de servicio que se distribuyen a lo largo de dicha vía.

No lo dudó, arrancó su vehículo, y se desplazó hasta dicho punto, situado a varios kilómetros de distancia del anterior, pero en el que al menos podrá disfrutar los días que le queden allí, de determinadas comodidades como aseos donde poder ducharse después de cuatro días, agua potable, un centro comercial donde poder adquirir alimentos, o un baño donde poder hacer sus necesidades, las cuales según afirmó ayer a Huelva Información "he tenido estos días que estar haciendo entre las ruedas del camión, escondido y por la noche, para no ser visto por nadie".

Moisés Esperanza (c), junto con el triguereño Benito Sánchez (d) y el gaditano Cristóbal Castro, nada más llegar ayer al área de servicio en la que se encuentrauaciones "lamentables" Moisés Esperanza (c), junto con el triguereño Benito Sánchez (d) y el gaditano Cristóbal Castro, nada más llegar ayer al área de servicio en la que se encuentrauaciones "lamentables"

Moisés Esperanza (c), junto con el triguereño Benito Sánchez (d) y el gaditano Cristóbal Castro, nada más llegar ayer al área de servicio en la que se encuentrauaciones "lamentables" / M.G. (Huelva)

La decisión adoptada el pasado domingo por el Gobierno francés de cerrar la mayor frontera europea del Reino Unido, el acceso por el Eurotúnel entre los puertos de Dover (Gran Bretaña) y Calais (Francia), para evitar la propagación de la nueva cepa del coronavirus detectada en el Reino Unido, es la causa de este enorme caos provocado a ambos lados del canal de la Mancha.

Para desatascar el problema, ambos Gobiernos negociaron el martes un acuerdo a contrarreloj que va a permitir la reapertura de las fronteras, aunque París exigirá a los camioneros un test negativo de coronavirus -PCR o prueba de antígenos sensibles a la nueva cepa-. Se trata de una medida que amenaza con provocar problemas de congestión durante días, pero que permitirá usar el paso fronterizo, entre otros, a transportistas y personal vinculado al tráfico de mercancías, como es el caso de los camioneros onubenses atrapados en las Islas Británicas desde el domingo.

El camionero olontense Moisés Esperanza, junto a su compañero de viaje, el cordobés Rafael Miguel Heredia, en la cabina de su camión, ayer miércoles El camionero olontense Moisés Esperanza, junto a su compañero de viaje, el cordobés Rafael Miguel Heredia, en la cabina de su camión, ayer miércoles

El camionero olontense Moisés Esperanza, junto a su compañero de viaje, el cordobés Rafael Miguel Heredia, en la cabina de su camión, ayer miércoles / M.G. (Huelva)

En declaraciones a este rotativo, el camionero olontense se mostró ayer mucho más optimista nada más llegar al área de servicio donde su compañero de Trigueros había reservado un hueco para su camión: "de salud estamos bien, comida tenía en el camión para 4 ó 5 días, y aún me quedaban cuatro botellas de agua de 1,5 litros –ha indicado- pero lo más lamentable ha sido hacer nuestras necesidades, no poder asearnos ni ducharnos durante tanto tiempo, y que nadie se nos haya acercado para decirnos nada u ofrecernos ayuda durante tanto tiempo".

Ya tiene asumido que la Navidad no va a poder pasarla con su familia, lo cual admite con tristeza, porque según explica "si como nos han comentado abren la frontera y el ejército británico tiene que hacernos las pruebas del coronavirus antes de entrar en Francia, esto va a ser muy lento porque somos muchos camiones". En este sentido calcula que "por lo menos, siendo muy optimistas, aún nos quedan aquí al menos dos días más".

Pero Moisés Esperanza, como su propio primer apellido indica, afirma con una enorme animosidad y esperanza que, al menos, confía poder estar junto a sus seres queridos para las campanadas de Nochevieja: "espero poder comerme las uvas en casa", indica en este sentido.

También recibe este transportista onubense numerosos apoyos y mensajes de ánimo a través del móvil, sobre todo de familiares y amigos, aunque también de la empresa para la que trabaja; así como entre los propios transportistas atrapados "nos apoyamos mucho y nos hacemos compañía. Si no fuese así, esta mala pesadilla sería para volverse loco".

La situación de Moisés se inició el pasado domingo cuando, tras descargar en un almacén del Reino Unido los frutos rojos que transportaba desde Huelva, el Gobierno galo decidió cerrar sus fronteras con Gran Bretaña. "Soy camionero desde hace ya casi tres años -concluye- y nunca me había pasado algo así. Como mucho una retención en Francia de ocho o nueve horas por una protesta de los chalecos amarillos, o alguna que otra de dos o tres horas a causa de la nieve, pero esto, jamás".

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