Gentes de aquí y de allá

Alberto Casas: Capitán de la Marina y escritor

  • De surcar los mares de medio mundo a asentarse en Huelva de la mano de sus libros, su vida ha estado plagada de vivencias

Alberto Casas: Capitán de la Marina y escritor

Alberto Casas: Capitán de la Marina y escritor

Hace solo unos días estuvimos sentados Alberto y yo tomando un café en la bonita y recoleta Plaza del alcalde Coto Mora, más conocida como Plaza del Gran Teatro. Charlamos de muchas cosas y fue una conversación tan interesante que le dije que si no le importaba que le dedicara un artículo. Y él, con la amabilidad que le caracteriza, me dijo que lo que yo hiciera, bien hecho estaría.

De Alberto Casas Rodríguez yo sabía algunas cosas, pero él me contó muchas más. Yo no sabía, por ejemplo, que era gallego, natural de La Coruña, y sus padres de Vigo. El padre era armador de buques de pesca y por ese motivo llegó a Huelva con su hijo de 5 años. Alberto nació en 1931 y cuando llegó a nuestra tierra lo primero que se encontró fue una provincia en guerra, igual que el resto del país, pero con la ventaja de que aquí solo duró 18 días. No obstante, no olvida una bomba que la aviación lanzó y, equivocadamente, cayó en el conocido colegio San Casiano, que estaba situado en la céntrica calle del Puerto, donde por cierto daba clases un elenco de magníficos profesores como el recordado don José Oliva y sus hermanos y don Juvenal. Antes de ser un colegio fue un convento de los Mínimos y, posteriormente, un tablao flamenco donde cantaba diariamente la conocida moguereña La Parrala.

Aquí en Huelva desarrolló Alberto su niñez y su juventud hasta que terminó en bachiller y se fue de porque quería estudiar Ingeniería Naval. En aquellos tiempos existía un examen de ingreso muy duro y se marchó a Cádiz a la Escuela de Náutica, donde inició unos estudios que terminó en La Coruña.

Y a partir de ahí empezó su vida marítima. Primero haciendo prácticas en un barco-correo llamado Plus Ultra y, posteriormente, haciendo cursos de piloto de segunda clase y de primera hasta que llegó a ser capitán en 1968. Y entonces fue cuando surco los mares de más de medio mundo. Incluso alternó yéndose a África del Sur en barcos de pesca de altura con los que solo venía a tierra cada seis meses. Pero su esposa, Albertina Vázquez del Villar, se cansó de esta situación y le dijo que eso no podía seguir así, que sus tres hijos le necesitaban. Sus hijos son Jesús, Albertina y Romualdo.

A la única que conozco es a la hija porque durante una época fuimos compañeros en el Ayuntamiento de Punta Umbría siendo ella monitora de cursos. Y dejó un grato recuerdo entre sus alumnos, que me lo dicen cada vez que me ven, porque ella me llamaba de vez en cuando para que les hablara sobre Punta Umbría, a lo que yo accedía encantado.

Alberto Casas mandó todo tipo de barcos hasta convertirse en un prolífico escritor

Alberto ha navegado en todo tipo de barcos, desde los más pequeños como el llamado Islas Columbretes, que vino a Huelva a traer asfalto y a llevarse turba, y le ofrecieron llevarlo durante un año, lo que le sirvió para estar mucho tiempo junto a los suyos. También navegó en otros de gran tamaño como fue un barco frutero o un congelador de Huelva que se llamaba el Nuevo Odiel, de los onubenses Martín Navarro y la familia Roqueta, hasta que le ofrecieron ser el capitán de la draga del Puerto de Huelva, que fue donde terminó su vida por la mar prejubilándose en 1992.

A todo esto, él no paraba de leer. Se convirtió en un lector empedernido porque tenía mucho tiempo libre, lo que le sirvió para tener una amplia cultura. Y así se hizo colaborador de varias revistas a las que mandaba artículos como Elefantes en la Sierra, donde demuestra que el célebre pastor lusitano Viriato anduvo por la sierra de Aracena, Aroche o Encinasola y luego Escacena y Paterna con diez enormes animales africanos. También escribió varios libros, algunos de los cuales he leído, como por ejemplo Naufragio de la nao Santa María, Chronicas Mothycensis, Sobre motes y apodos, Don Quijote, parada y fonda, Don Quijote, el último caballero andante o Los motes de Huelva. En la actualidad está escribiendo La vía y el camino del Oeste, que trata de un viaje en barco en los tiempos actuales, pero siguiendo la ruta que hizo Cristóbal Colon y en el que los pasajeros son todos de Huelva. Y según me cuenta me nombra a mí, porque Fernando Barranco Molina es uno de los pasajeros que viaja en ese barco.

En el año 2017 publiqué un libro junto a otro buen amigo común Pepe Bacedoni, donde yo puse los textos a sus dibujos y tuvimos la suerte de que a esa publicación titulada Rincones de Punta Umbría le hizo el prólogo nuestro amigo el Capitán de la Marina Mercante.

Pero Alberto es una persona muy polifacética y también es pintor. Ahora está pintando para mí un amanecer en Punta Umbría sobre el interior de una gran conchena. Porque hablando de Punta Umbría, su familia y él han veraneado siempre en una casa en El Cerrito que le construyó el célebre constructor Antonio Morales, padre de mi amigo José Luis Morales Caballero. Una casa que recientemente han vendido porque sus 90 años no le permiten ya ir a la playa y además su encantadora esposa falleció hace poco tiempo. Tiene muy gratos recuerdos de sus años veraneando en este pueblo con una playa sinigual y me relata algunas anécdotas simpáticas, muchas de las cuales yo ya conocía, como cuando la familia Sánchez, Manolo y Enrique, del conocidísimo comercio de Huelva La Industria Onubense, apagaba la luz con un aviso previo de tres apagones.

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