Tribuna

Ezequiel Martínez

Periodista y escritor

Las cosas del campo

Las cosas del campo Las cosas del campo

Las cosas del campo / rosell

Hombres del campo, hechos al polvo y a la pena, con la copla sin alegría, pardos, contra el suelo, surco va, surco viene, ya al arado, ya a la hoz o al azadón uncidos a la tierra, nobles hombres del campo, en el olvido y en la desesperanza... Al frío seguirá el calor, al relente de la noche la chicharrera del mediodía... Y en vuestros pueblos, sobre un costerón tapiado de blanco, el lugar seguro y pobre donde la tierra que os persigue, os hará suyos para siempre". Esta prosa poética pertenece al libro Las cosas del campo, del poeta y escritor malagueño José Antonio Muñoz Rojas (Antequera 1909- Mollina, 2009). Murió cuando le faltaban días para el centenario. Fue premio Nacional de poesía en 1998, y Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2002. El 12 de julio de 2002, fuimos a entrevistarle a su finca La Casería del Conde, cerca de Antequera. Allí me firmó con letra temblorosa (tenía 93 años) un ejemplar de Las cosas del campo: "A Ezequiel con la amistad de José Antonio Muñoz Rojas". Tras la entrevista que le hice, sobre Las cosas del Campo, el Cámara Abraham Sánchez y la realizadora Elena Cano, grabaron recursos para la entrevista y entre ellos, a mi con el maestro poeta, paseando juntos por el campo que él tanto amaba. Como estaba ya delicado y se ayudaba con un bastón para andar, colocaba su mano izquierda sobre mi hombro derecho, y en aquellos momentos sentí una profunda emoción por el ligero sostén que proporcionaba a aquel cuerpo ya desgastado por el paso del tiempo, y a aquella mente lozana todavía que había creado obras de arte literario como Las cosas del Campo, Objetos perdidos , o Rescoldos, donde dedica un bello poema a la ciudad de Antequera: "Dentro de mí estás, pueblo mío,/ tanto como sobre los cerros en que te asientas,/ por mi van tus calles pinas hacia los siglos/ o extendidas hacia la vega/ que te trae la labor y el pan de cada día/... Así lo recojo en mi libro Tierra y Mar (Edit. El Páramo, 2013), publicado cuando me jubilé al frente de este programa de la RTVA, que continúa en antena con éxito. Desde aquí felicito a las mujeres y hombres que hoy lo hacéis posible.

Calles extendidas hacia la vega que te trae la labor y el pan de cada día..., señala el poeta. Y es verdad. ¿De dónde provienen los alimentos que consumimos en las ciudades? De la vega, de la sierra, de la montaña, del valle, de la huerta, donde agricultores, ganaderos y hortelanos (ellos y ellas) producen a diario los alimentos que necesitamos para sobrevivir. Nobles hombres y mujeres del campo hechos al polvo y a la pena, y al olvido de la sociedad, y quizá a la desesperanza. Ahora, en este tiempo de júbilo en activo recorro algunos pueblos de nuestra Andalucía, con mi amigo del alma, Paco Casero, presidente de la Fundación Savia y hombre de bien entregado al servicio de la sociedad y a la gente del campo, por la que se desvive con cruzadas dignas de El Quijote. En los pueblos que visitamos, en actos, en charlas, o en presentaciones de libros, invitamos a los asistentes a participar sobre los problemas que tienen: falta de agua y de servicios esenciales como médicos, maestros, cajeros, wifi, relevo generacional, despoblamiento, exceso de burocracia, o el abandono que sienten por parte de algunas administraciones y la falta de reconocimiento. Oigo la Sexta SinfoníaPastoral de Beethoven. La música nos hace la vida más agradable. Llevamos un verano infernal con incendios devastadores en media España que han calcinado más de 200.000 hectáreas, en territorios valiosísimos; ha habido varias víctimas, familias desalojadas que han vivido días de angustia viendo que perdían su casa, sus tierras, sus animales, y el paisaje verde que disfrutaban desde la niñez. Todo esto es consecuencia del Cambio Climático que desde hace decenios venimos anunciando. Los incendios serán cada vez más devastadores. La combinación de más de 30 grados de temperatura; vientos de más de 30 kms/h; y menos del 30% de humedad; extrema los fuegos. Sumemos además, los pirocúmulos, o nubes de fuego, y los incendios de sexta generación. Pero los fuegos se apagan en otoño-invierno. Con una buena gestión forestal, con talas y podas, con entresaca de materia combustible, con realización de cortafuegos, y con el uso de la ganadería extensiva y de la trashumancia que actúan como bomberos limpiando de pasto el monte y la sierra. Por eso hay que apoyar a la ganadería extensiva y al pastoreo, con condiciones dignas para estos profesionales.

Acabando este artículo, un rebaño de cientos de ovejas y cabras pasó cerca de mi casa en Mairena del Aljarafe, pastando sobre un campo de labor del que ya se había recogido el trigo, y corroboró la importancia de usar el ganado como bombero contra los incendios forestales. ¡Feliz verano!

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