Tribuna

Antonio montero alcaide

Inspector de Educación

Transiciones educativas

Transiciones educativas Transiciones educativas

Transiciones educativas / rosell

Sabido es que las transiciones no sólo tienen una naturaleza política, pero nuestra Transición -así, con mayúscula enfática- acapara, por su relevancia, la aplicación del término. Sin embargo, distintas y variadas son las acciones, así como los efectos, de pasar de un modo de ser o de estar a otro distinto. Por eso son objeto de estudio e interés la transiciones entre las distintas etapas del sistema educativo; particularmente verificadas al inicio de la educación obligatoria -de la Educación Infantil a la Educación Primaria- y a lo largo de ese tramo básico -de la Educación Primaria a la Educación Secundaria Obligatoria.

Un acercamiento al carácter educativo de las transiciones puede considerarlas como situaciones y procesos de cambio, en el curso de la escolaridad, además de asociados a otros cambios en el desarrollo personal, que afectan a la enseñanza y el aprendizaje; principalmente, por el modo en que se modifican la naturaleza de los elementos del currículo de las materias, el contexto y ambiente escolares y los requerimientos educativos al alumnado. De modo que puedan advertirse rupturas, discontinuidades o crisis; aunque a la vez, o como alternativa, desarrollo y evolución.

En cualquier caso, y esta es una cuestión principal, las transiciones, para ser adecuadamente atendidas, han de contar con la coordinación docente del profesorado de las distintas etapas. Además, el doble carácter, situación y proceso, de las transiciones educativas, lleva a que estas no sean sólo, como se dirá después, episódicas o momentáneas, sino que se extienden a lo largo de un proceso, sobre todo de adaptación, que debe ser cuidado con respuestas educativas consonantes.

Por otra parte, la educación obligatoria es el marco propio de las transiciones y el modo en que los sistemas educativos definen tal periodo de la escolaridad resulta determinante. En nuestro país, la separación, generalmente en centros y con modelos educativos distintos, de la Educación Primaria y la Educación Secundaria Obligatoria explica el alcance y el efecto de las transiciones, con algunos indicadores especialmente significativos. Así, el porcentaje de alumnado que concluye la Educación Primaria, en junio del año que corresponda, con todas las áreas superadas, desciende de manera relevante cuando se realiza, ya en el instituto de Educación Secundaria, la evaluación del primer trimestre, en diciembre del mismo año. Es decir, en escasos meses, el "éxito escolar" -aunque existen distintas manera de entenderlo- aminora con el cambio de centro y de etapa educativa.

Un análisis comparado es revelador: en municipios pequeños, donde los dos primeros cursos de la Educación Secundaria Obligatoria continúan impartiéndose por maestros, en colegios, en lugar de por profesores, en institutos, el porcentaje de alumnado que supera las materias es sensiblemente superior. Asimismo, los sistemas educativos de países que imparten la educación obligatoria (Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria) en el mismo tipo de centro, con el mismo modelo educativo y docentes de las mismas características en cuanto a formación inicial vinculada a esas enseñanzas, consiguen resultados bastante más destacados en las evaluaciones internacionales del alumnado.

Luego parece evidente que la separación, la discontinuidad, la diferenciación formal de las etapas educativas de la educación obligatoria ocasiona negativos efectos en la transición entre las mismas. A fin de aminorarlos, en los centros educativos se llevan a cabo "programas de tránsito", pero su alcance, de modo general o preferente, es más bien de intercambio de documentos referidos a la escolaridad del alumnado, o de conocimiento de los espacios e instalaciones de los centros en visitas concertadas. Tales programas, por ello, tienen un carácter momentáneo, en mayor medida que con actuaciones de seguimiento para advertir la evolución de los procesos educativos y el intercambio de conclusiones y mejoras entre los centros.

A su vez, la adscripción administrativa entre los propios centros, como modo de asegurar un puesto escolar durante la educación obligatoria, es una condición necesaria, pero no suficiente, para la adecuación de los programas de tránsito, ya que estos deberían centrarse principalmente en el diseño (contenidos, métodos y actividades didácticas, criterios e instrumentos de evaluación) y desarrollo (prácticas docentes) de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

Al cabo, las transiciones educativas no son un proceso natural, aunque compartan algo de esto, sino una discontinuidad que afecta, de manera sustantiva, a los logros escolares del alumnado.

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