Tribuna

José Domínguez León

Profesor UNED. Académico de Número de la Academia Iberoamericana de La Rábida

Fronteras, seguridad y solidaridad (I)

Quienes buscan superar las situaciones por las que vienen pasando en sus países de origen solo entienden que les resulta casi vital traspasar esas líneas geográficas

La evolución vertiginosa con que se viven los acontecimientos sociales, económicos y políticos apenas deja margen para valorar con sosiego cuanto nos rodea. El título de este trabajo viene a colación de algunos de los grandes pilares del actual pensamiento en los países occidentales, cuyos ciudadanos se preocupan grande y gravemente por mantener el nivel de vida y sostener modelos socioeconómicos que en muchos casos no dejan apreciar la realidad en todo su conjunto y alcance. Tratar sobre estos tres conceptos puede presentarse harto difícil, especialmente desde la perspectiva de los países desarrollados.

El primero, el de las fronteras avanzadas, se ha ido imponiendo en los terrenos geopolíticos y sociológicos. Así, los países que contemplan llegadas cuantitativamente numerosas de migrantes, o que han visto amenazada su seguridad por la irrupción del fenómeno del terrorismo, o la práctica delictiva de organizaciones propias del crimen organizado con raíces en otras naciones, o la emergencia de determinados problemas derivados de una situación política internacional caracterizada por ciertas tensiones, ponen en marcha políticas para solucionar algunos problemas en origen. Esto supone inversiones de alto calado en países lejanos, desde los que se entiende provienen algunos de los problemas que afectan a los ciudadanos occidentales. Por tanto, el concepto de fronteras avanzadas, junto con el de fronteras extendidas, viene a significar que la honda preocupación sobrevenida se puede conjurar con un tratamiento de posibles problemas antes que se produzcan, o sea, acudiendo a las teóricas fuentes de los mismos e intentando afrontarlos.

Ni que decir tiene que el concepto así enarbolado de las fronteras puede resultar contradictorio con el que la sociedad en general asume como suyo, especialmente en unos momentos en que las llegadas de migrantes a países desarrollados se basa, físicamente, en traspasar las fronteras políticas, las líneas divisorias establecidas en el mapa. Quienes buscan un mundo mejor y superar las situaciones personales por las que vienen pasando en sus países de origen solo entienden que les resulta casi vital traspasar esas líneas geográficas, al tiempo que los países se han encargado de proveer de medios de disuasión para evitar intrusiones. El resultado puede resumirse en constantes intentos de penetrar, a través de esas fronteras físicas, políticas y reales, en el mundo que se les ofrece como algo casi paradisiaco. Las interpretaciones de estos fenómenos dan para todos los colores del espectro ideológico.

El segundo concepto, la seguridad, pone en relación lo anterior con el hecho de que cada país se ha dotado de los resortes y mecanismos que le hagan soberano en lo que respecta a su territorio físico, y dentro de este procure por los medios a su alcance alcanzar una situación de paz, confianza, estabilidad... En suma, la seguridad se plantea como una cuestión tanto objetiva como subjetiva, que recoge, además, el sentir de los ciudadanos en cuanto a verse tranquilos dentro de sus fronteras. Lo que sucede, como añadido, es que la seguridad es cambiante, y se ve acometida por constantes retos y riesgos.

El tercero, la solidaridad, es un constructo más allá de los que a primera vista puede entender la mayoría de los ciudadanos, de las personas que han sido educadas en una cultura propia de ello. Es cierto que la solidaridad, las actitudes colaborativas, la mentalidad de compartir y de no esquilmar los recursos que ofrece el medio, junto a otros contenidos, forman parte de las materias que desde la escuela primaria aprenden los escolares. A lo largo del sistema educativo de cada país se acentúan esos elementos que hacen sensible a cada persona, en cuanto a discernir cómo puede actuar en cada momento sin dejar de hacerlo como un ser preocupado y consecuente con cuanto le rodea. Se les enseña a ser buenos, en el sentido más amplio, a tolerar, compartir, colaborar… Sin embargo, la percepción de la pérdida o merma de lo que consideran es parte de su patrimonio o de sus derechos, puede generar posiciones de combate hacia y contra quienes llegan de otros lugares, a veces muy distintos y distantes, atraídos por el espejo que se ha puesto ante sus ojos, insistiéndoles en que los países desarrollados son el culmen de todo lo positivo, y que ellos solo tienen que llegar al corazón de los mismos para empezar a recibir todo tipo de ayudas. Poco a poco se topan con las realidades, algunas de ellas muy diferentes al retrato que se les había articulado.

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