En este segundo Viernes de Cuaresma, ya muchas hermandades han celebrado sus cultos y otras continúan con sus triduos y quinarios en honor a sus Sagrados Titulares. Se ha avanzado mucho en cuestión de estética, y las priostías intentan con su trabajo dar la mayor solemnidad y poner todo el esmero posible, con los mejores exornos florales, con el mayor número de velas, que si bien ahora las iglesias están bien iluminadas, no es por falta de luz, que era su significado hace siglos; con estructuras elevadas para que las imágenes estén lo más sublime posible, verdaderas obras arquitectónicas. Todo cargado de símbolos, con su significado correspondiente, superándose año tras año. Y todo ello, previas horas establecidas para hacer las fotos pertinentes, quedará recogido para la posteridad, en Facebook, Instagram, o cualquier red social, recibiendo múltiples “me gusta”, que ahora es lo que contabiliza el buen hacer cofrade.

Pero, ¿de verdad comprendemos su sentido, su fin último? No debemos quedarnos en lo superfluo, pues conseguiríamos un efecto no deseado, apreciando sólo una simple realidad estética. Y aquí, las juntas de gobierno, junto a sus vocalías de Culto y Espiritualidad, tienen un gran trabajo, pues se trata de llegar al hermano, y es una de nuestras asignaturas pendientes. Es una tarea muy difícil, porque no podemos inventarnos otra religión que se acomode a nuestros gustos o aficiones.

En este sentido, se ha intentado recuperar de nuevo el Retiro Espiritual de Cuaresma para las hermandades, que ha tenido lugar el pasado sábado en el Santuario de la Cinta. Una magnífica idea, aunque ya existe un retiro para laicos, donde todos los cofrades están invitados junto a los demás grupos parroquiales a los que pertenecemos. Sin embargo, se ha realizado éste exclusivo para las hermandades, donde todas las juntas de gobiernos, completas, estaban convocadas y había que acudir, aunque no tocaba ninguna banda, ni había convivencia posterior.

De igual forma, en las funciones principales, si no hay coincidencia con la hora de la misa dominical, tal vez nos encontremos una sorpresa, pues el día puede amanecer soleado para salir de la ciudad, puede que no nos guste quién oficie, no seamos afines a la junta, no nos agrade el altar de cultos, no nos cautive la intervención musical, nos aburra la celebración, o no haya comida posterior. ¡Por favor, nuestros Titulares presiden el Altar Mayor!, a los que debemos el mayor respeto y veneración, que es el fin último de toda hermandad: fomentar la vida cristiana y dar culto, junto con la caridad.

Hay que buscar su sentido, comprometerse con nuestra fe, vivirla. Es necesario hacer una reflexión, y con ese poder de movilización que tienen las hermandades, con capacidad de compromiso, proclamar nuestra fe. Fijarnos en un público expectante, haciendo oración, lectura y meditación, ante la contemplación del Cristo de la Expiración, en el pasado ejercicio piadoso del Vía Crucis, único acontecimiento religioso que pone en común a todas las hermandades participando unánimemente, aunque se echó en falta a muchos cofrades Y que al ver la imagen de Cristo llagado, nos pase como a Santa Teresa, que se sintió hondamente conmovida, y que un grito de Esperanza pueda abrir nuestro corazón, sin volver la espalda a la realidad que vivimos.

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