La quimera de la convergencia en educación

Tras años de autonomía, no sólo no hemos logrado reducir la brecha educativa, sino que ésta sigue aumentando

Los datos no dejan lugar a dudas: la Junta de Andalucía está muy por detrás de otras administraciones autonómicas en su inversión por alumno de enseñanzas no universitarias. Los datos del Sistema Estatal de Indicadores de la Educación que elabora el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte son reveladores en este sentido. En nuestra comunidad no se supera los 4.510 euros por estudiante, mientras que en otras como el País Vasco se gasta un promedio de 8.976 euros. El problema es que, tras décadas de autonomía, la brecha sigue aumentando. En educación, la convergencia con las regiones más ricas de Europa también es una quimera.

Aunque parezca un eslogan, lo cierto es que, en España, se detecta una preocupante frontera que separa a las comunidades del norte y las del sur en lo que al sistema educativo respecta. Al País Vasco -la autonomía que más dedica a estas etapas de la enseñanza- le siguen Cantabria, Asturias y Galicia, comunidades que están por encima de los 6.000 euros, mientras que las más bajas de la tabla son Canarias, Castilla-La Mancha o Andalucía, entre otras. Además, el estudio registra que en los años más duros de la crisis, entre 2009 y 2014, el gasto en educación en todo el territorio nacional descendió un 7,8%.

Estos datos nos demuestran una vez más que en Andalucía, pese a los discursos oficiales, no hemos aprendido una lección fundamental: la inversión en educación no es sólo imprescindible para construir una sociedad más justa e igualitaria, sino para sobrevivir en un mundo globalizado en el que el conocimiento es fundamental para estar en el grupo de cabeza de los países desarrollados. La educación es una pirámide. Mientras más invertimos en los niveles más básicos, mayores resultados obtendremos en los niveles universitarios, que son los que marcan la diferencia en cuestiones científicas y tecnológicas.

La Junta, por su parte, asegura que estos datos no tienen en cuenta partidas como las que dedica a las becas o ayudas para el transporte o la manutención de los alumnos, algo que difícilmente cambiaría la relación relativa de Andalucía en dicho informe. No es el momento de buscar excusas, sino soluciones. Aunque el problema de la educación en Andalucía -y toda España- no es meramente económico y tiene muchas veces más que ver con cuestiones sociológicas y metodológicas no se puede ocultar que nuestra educación está infrafinanciada y que urge un aumento de los medios para intentar reducir la brecha que nos separa del norte.

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