La madurez de la sociedad española

La inestabilidad política contrasta con el dinamismo de una sociedad que está dando muestras de un gran aplomo

No hace falta hacer grandes encuestas demoscópicas para detectar el malestar que existe en la sociedad española con la clase política. Dicho estado de ánimo aumenta a medida que va siendo evidente que los representantes de los partidos son incapaces de ponerse de acuerdo para formar un Gobierno en esta legislatura. Los ciudadanos no comprenden que tengamos que afrontar situaciones tan difíciles como las que se van a dar en otoño (como la sentencia del Supremo a los líderes del procés o la probable consumación de un Brexit duro) con un Gobierno provisional, por muy competente que éste sea. Los españoles cumplieron con su parte, fueron a las urnas y votaron, pero nuestros políticos demuestran una vez más su incapacidad para el pacto, algo que no deja de sorprender en Europa, donde continuamente estamos viendo alianzas entre partidos que aquí serían impensables.

Pero toda esta inestabilidad política, en la que de una manera u otra llevamos inmersos desde hace un lustro, está demostrando algo importante: la madurez democrática de la sociedad española. Sólo hace falta salir a la calle para ver el dinamismo de un pueblo que está muy por encima de sus representantes políticos. Exceptuando Cataluña, donde los independentistas se empeñaron en fracturar a la sociedad sin importarles las consecuencias, la crispación entre los ciudadanos es muy baja, incluso pese a la aparición de partidos extremos que han tenido buena acogida electoral, como Podemos o Vox. Paralelamente, la economía española crece con una pujanza superior a la europea, lo que demuestra que la inestabilidad política está afectando poco a la espina dorsal de nuestra sociedad. Aun así, siempre quedará al duda de si nuestro crecimiento habría sido mayor con una clase política más responsable. Probablemente sí.

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