Las limitaciones de la estrategia de Pedro Sánchez

El barómetro Ipsos, publicado el lunes por este periódico, pinta un paisaje electoral en el que el PSOE ganaría las elecciones generales el próximo 10 de noviembre (aunque con un crecimiento mínimo con respecto a las anteriores), el PP experimentaría un notable aumento en el número de escaños (de 66 a 96-101), Vox se convertiría en la tercera fuerza política con más representación en el Congreso de los Diputados y Ciudadanos y Podemos, los dos grandes ejemplos de la llamada nueva política, experimentarían importantes retrocesos, aunque mucho más acusado en el caso de la formación naranja. Más País, por su parte, irrumpiría con una presencia escasa, pero que le pondría a las puertas de tener grupo parlamentario propio.

La primera conclusión de este barómetro, que en líneas generales coincide con los que se están publicando en otros medios de comunicación, es que la estrategia de Pedro Sánchez de repetir las elecciones tras un simulacro de negociación con Podemos tiene unas limitaciones evidentes. De hecho, según la encuesta, ni el bloque de izquierdas ni el de derechas lograrían mayoría de gobierno, lo que volvería a colocar a España en una situación complicada. Ni la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos ni la gestión de la crisis catalana están dejando muchos réditos electorales al PSOE, que no capta grandes masas de voto ni por la izquierda ni por la derecha. El que sí mejora notablemente es el popular Pablo Casado, quien está aprovechando el derrumbe de Ciudadanos -tras la estrategia suicida de Rivera de superar al PP por su derecha-. El giro moderado del PP y la reivindicación de la experiencia de gobierno de su partido están dando sus frutos. Casado está aprendiendo rápido y todo indica que sacará al PP de la crisis en la que lo dejó sumido la moción de censura. Podemos, por su parte, se acerca cada vez más a jugar el antiguo papel de IU, una especie de conciencia izquierdista del PSOE a la que sólo le hará caso cuando le convenga.

Así las cosas, todo indica que España, tras el 10 de noviembre, no estará mucho mejor políticamente que en la actualidad y que habrá que ir pensando en pactos que superen la dicotomía habitual derecha-izquierda. Posibilidades y jugadas hay muchas, lo único que hará falta es responsabilidad, realismo y patriotismo, virtudes que últimamente escasean en la política nacional.

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