Después de un año perdido, la legislatura española se está encauzando mediante un novedoso sistema de alianzas que revela qué equivocados estaban aquellos que estaban dispuestos a llevar a España a unas elecciones en continuo. Después de un año perdido, desde el 20 de diciembre de 2015, el Congreso recupera, para bien, el bipartidismo imperfecto que algunos se apresuraron a enterrar, aunque ahora se presenta en una nueva fase, más colaborativo y eficaz para los intereses del país. El PP de Mariano Rajoy ha entendido que no podía seguir gobernando para sí mismo, y ha rectificado en algunos asuntos en los que el error era evidente. Es de lo que se duele José María Aznar. Ha sido el caso de la ley de educación, la Lomce, que el ex ministro Wert diseñó sin ningún consenso, después de que el PP frustrase el proyecto de Ángel Gabilondo, que es el que mayor consenso ha encontrado en nuestra historia reciente. La elevación del salario mínimo y la asistencia de suministro eléctrico a familias en situación de desamparo son concesiones sociales al PSOE, que encuentra de este modo una alternativa para hacer frente a Podemos, un partido radical y radicalizado, cuyo líder quiere sacarle políticamente de las instituciones. El Gobierno ha abierto, además, una vía interesante de diálogo con Cataluña, no con su Ejecutivo independentista, sino con toda la sociedad, ahora que es evidente que la ruta soberanista ha llevado a la comunidad a la pared del callejón sin salida. El PP, incluso, ha abierto un diálogo con el PNV, porque sabe que los nacionalistas necesitan un voto en el País Vasco para sacar adelante sus presupuestos. Por su parte, el PSOE ha constatado que la estrategia de alianza con Podemos y con los independentistas era un delirante sueño de su ex secretario general, Pedro Sánchez. Motivado por un exclusivo interés personal, Sánchez se ha quedado muy cerca de destruir a su partido; casi lo logra. El PSOE tiene que reconocer, además, que la línea roja del pacto con el PP era una equivocación. Todo depende del qué se pacte; desde luego, a los socialistas les está saliendo más beneficiosa esta suerte de alianza que la negativa absoluta de la anterior dirección a sentarse siquiera con los populares. En los próximos días, lo más importante es el proyecto de Presupuestos de 2017. El PSOE se resiste, aunque haya sacado adelante el techo de gasto, y es posible que, en este caso, el PP obtenga el respaldo del PNV. La dinámica abierta en el Congreso no es de unas alianzas sólidas, sino variables, de ahí que el PP haga bien en restablecer las relaciones con todos aquellos partidos dispuestos a colaborar en la gobernanza del país.

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