La hucha de las pensiones, cada vez más mermada

El Gobierno ha tenido que volver a recurrir al Fondo de Reserva para poder abonar la paga extra de diciembre a los pensionistas españoles. En principio, la noticia no debería de alarmarnos en exceso. La llamada hucha de las pensiones está precisamente para eso, para poder recurrir a ella cuando es necesario. Pero no deja de ser alarmante el acelerado desgaste que está sufriendo este ahorro. De hecho, ya apenas queda para afrontar una nueva paga extra, aunque los abonos ordinarios -por ahora- se pueden cubrir con lo que se recauda en cotizaciones. Evidentemente, en este desgaste ha tenido mucho que ver la brutal crisis económica desatada en 2008, que castigó duramente el empleo y, por tanto, los fondos para las pensiones. En resumen, es un problema de desequilibrio entre ingresos y gastos. Sacamos más de la hucha de lo que estamos metiendo. En la actualidad, en este fondo sólo quedan 8.095 millones frente a los 66.815 que llegó a temer en 2011.

Ante este evidente problema y a las muchas alarmas que se están encendiendo sobre el agotamiento y la dudosa viabilidad futura del actual sistema de pensiones, sorprende la lentitud de nuestros políticos a la hora de llegar a un pacto de Estado que garantice su futuro. Todos los partidos se echan la culpa los unos a otros del estancamiento de las negociaciones en el seno de la Comisión Parlamentaria del Pacto de Toledo. Si tenemos en cuenta que Rajoy se marcó el acuerdo como una prioridad absoluta en la actual legislatura, podemos ya intuir que no tendrá más remedio que apuntarse un fracaso en esta cuestión. Ideas hay muchas sobre la mesa: la financiación de las pensiones vía impuestos o por aumento de las cotizaciones; crear un sistema en el que el trabajador se corresponsabilice más de su futura pensión, etcétera. El problema es la manifiesta incapacidad de los diputados de llegar a un acuerdo. Mal servicio están haciendo al país

Nos engañaríamos, y mucho, si creemos que estamos ante un asunto menor. Más bien estamos ante un tremendo problema que, de no resolverse satisfactoriamente, podría desestabilizar con consecuencias insospechadas nuestra democracia. Los problemas están surgiendo cuando todavía apenas se ha incorporado a la masa de pensionistas la generación del baby boom. En medio de una crisis demográfica sin precedentes y con una recuperación de la economía gracias a la precarización del empleo (y por tanto de las cotizaciones) la crisis de las pensiones es sumamente preocupante. Un pacto de Estado sobre este asunto debería ser una prioridad para todos. Lo contrario no se comprendería.

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