La frontera de Ceuta y Melilla como termómetro

Los cierres de las fronteras siempre son malos para los entornos vecinos, pero hay que establecer los de Ceuta y Melilla como pasos seguros

España y Marruecos abrieron ayer las fronteras entre ambos países en Ceuta y Melilla, con lo que se pone fin a una situación anómala que ha durado más de dos años. Porque, aunque el Covid fue el primer argumento, la presión a la que el Gobierno de Marruecos ha sometido a España derivó en un cierre permanente que ha perjudicado la economía de las dos ciudades autónomas y de los entornos marroquíes de éstas. Lo que vaya sucediendo en esta frontera es un termómetro de la evolución de las relaciones con Marruecos, cuyo régimen no tiene reparos en infligir daños a su población si es para conseguir fines diplomáticos. De momento, sólo están cruzando marroquíes con permiso de residencia en la Unión Europea, y se espera que a finales de mes comiencen a pasar los trabajadores transfronterizos. Entendemos que los cierres de fronteras son siempre malos para los entornos vecinos, pero los de Ceuta y Melilla deben ser pasos seguros en los que no haya lugar a situaciones irregulares por muy comunes que hayan sido en el pasado. Durante estos meses, se ha producido un cambio sustancial en la visión de España sobre el contencioso del Sahara, al juzgar, como solución más viable, la que Marruecos propone y que pasa por un régimen de autonomía para el territorio. Con la ayuda de Estados Unidos y de Israel, el país vecino ha ido consiguiendo el respaldo de casi todos los países de la Unión Europea, a lo que ha contribuido el deslizamiento de Argelia hacia las posiciones de Rusia en la guerra de Ucrania. El Gobierno de Argel no ha llegado a cortar el gas a España, pero ha dejado de ser un suministrador de absoluta confianza. En el Magreb se están desplazando muchas piezas como consecuencia del aislamiento de Rusia, que además de con Argelia cuenta con uno de los dos gobiernos establecidos en Libia. Después de la crisis de la frontera de Ceuta del año pasado, España sí ha ganado la implicación de la UE en una frontera que también es suya.

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