Más dinero y menos compromiso

Los países del sur se quedan solos a la hora de acoger a los inmigrantes irregulares, pero consiguen apoyo financiero de la UE

Tras 14 horas de intensos debates, la cumbre europea sobre la inmigración irregular se saldó con un acuerdo de mínimos plasmado en un texto excesivamente vago al que todos los países se pueden acoger para salvar la cara ante sus opiniones públicas. Eso explica que países con gobiernos claramente xenófobos como Italia hayan mostrado la misma moderada satisfacción ante el acuerdo que otras naciones con ejecutivos de izquierdas, como es el caso de España. En general, y a la espera de que se explique mejor lo decidido en la cumbre, queda una cierta sensación de perplejidad y una pregunta que no se sabe muy bien cómo responder: ¿ha perdido o ganado España en esta cumbre? La respuesta, como casi todo lo que tiene que ver con la UE, es compleja y ambigua. Por una parte, parece claro que los países más escépticos con la inmigración han logrado desentenderse de la misma. El acuerdo establece la voluntariedad a la hora de acoger los centros de internamiento de extranjeros (CIE), lo que en la práctica se traducirá en que sólo las naciones que tengan un contacto directo con las rutas migratorias -las del sur- serán las que se encargarán de montar y mantener estos lugares en los que se alojan, atienden y clasifican a los inmigrantes. Esto se puede considerar como una auténtica victoria de los países del Este y de otros con problemas de xenofobia en sus opiniones públicas, que logran desentenderse en gran medida del problema. Eso sí, por contra, Europa se compromete a apoyar financieramente la construcción y mantenimiento de dichos CIE. Si tenemos en cuenta que España ya tiene montada una red importante de CIE -aunque manifiestamente mejorable- podemos decir que, al menos, el presidente Sánchez regresa de la cumbre con algo de dinero europeo para aliviar la grave situación actual.

Hay que hacer una mención a la victoria alcanzada por la canciller alemana, Angela Merkel, que ha logrado que España y Grecia se comprometan a acoger de vuelta a todos los inmigrantes irregulares que hayan entrado en el país germano desde estos estados. Es decir, que Alemania no sólo no acogerá más inmigrantes, sino que nos enviará una cifra todavía sin determinar. El acuerdo es difícilmente aplaudible desde nuestro país, pero al menos supone un alivio para los problemas políticos internos de una líder de la que, en gran medida, depende que Europa siga adelante según sus principios fundacionales. En cierta manera, podemos verlo como un servicio de España a la estabilidad de la UE.

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