Mientras la política nacional aparece cada vez más crispada con episodios como los que esta semana han llenado de vergüenza el Congreso de los Diputados, conviene destacar que la campaña para las elecciones andaluzas de dentro de una semana transcurre por derroteros mucho más tranquilos. Cierto que los partidos que concurren a estos comicios parecen más preocupados por escrutar las encuestas y prepararse para futuros pactos que en exponer a los andaluces propuestas de solución para sus muchos problemas. Pero ése es un mal que no ocurre sólo en nuestra región: lamentablemente, es una constante de la vida española desde hace años. Al margen de esta consideración, es de agradecer que la campaña del 2-D transcurra dentro del respeto entre los diferentes candidatos, sin demasiadas salidas de tono, quizás porque salvo el imposible acuerdo entre los que hasta ahora han sido los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, la aritmética parlamentaria puede deparar cualquier solución para conformar un gobierno. También porque la única oportunidad que han tenido hasta ahora los candidatos de enfrentarse directamente ha sido un debate demasiado encorsetado en la televisión pública andaluza, como probablemente lo será el del próximo lunes en RTVE. Este tono mesurado, que debería mantenerse en la semana que todavía queda por delante, no ha obstado para que se hayan expuesto con claridad argumentos políticos y al final se hayan definido dos bloques que parecen competir por los dos grandes sectores del electorado. De ellos, el que con más vehemencia se está comportando es el que se sitúa a la derecha del espectro: Partido Popular y Ciudadanos se están lanzando reproches en los que Juanma Moreno acusa a Juan Marín de haber sido el sostén de la última legislatura socialista y el segundo contraataca con la inacción de los populares durante los últimos cuarenta años en Andalucía, incapaces de formular una alternativa que rompiera la hegemonía del PSOE. Objetivamente, a los dos hay que darles por lo menos una parte de la razón. En el bloque más a la izquierda, que Adelante Andalucía y Teresa Rodríguez hayan presentado un perfil moderado alejado de la férrea oposición que practicó en el Parlamento quiere decir que en el futuro más próximo podría apoyar una solución que impida un bloqueo político o un Gobierno de derechas. Tampoco Susana Díaz se está focalizando contra Adelante, sin duda, por los mismos motivos. En cualquier caso, insistimos en la necesidad de que la campaña concluya en el tono no crispado con el que ha transcurrido y que se centre, si todavía es posible, en la exposición de las soluciones a los problemas de Andalucía.

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