El presidente y el vicepresidente de la Junta de Andalucía, el popular Juanma Moreno y el naranja Juan Marín, respectivamente, coincidieron ayer en resaltar la estabilidad política de la que goza Andalucía gracias al pacto de Gobierno entre las dos formaciones (con el apoyo parlamentario de Vox), que ahora cumple seis meses de vida. Nada que objetar, ya que ningún observador imparcial puede poner en duda que, hoy por hoy, nuestra comunidad autónoma es un remanso de tranquilidad si se compara con el turbulento panorama nacional. Pese a que el pacto parlamentario de las tres derechas tiene puntos de fricción que no sabemos muy bien cómo evolucionarán en los próximos tiempos (sobre todo por las difíciles relaciones entre Vox y Ciudadanos), la aprobación de los Presupuestos de 2019 y el preacuerdo que existe para sacar adelante los de 2020 nos indican que tales diferencias no son, por ahora, escollos fundamentales en la gobernabilidad de Andalucía. Asimismo, también se puede afirmar que el nuevo Gobierno ha demostrado un talante moderado, capaz de llegar a acuerdos con la oposición en la renovación de organismos como el consejo de administración de la RTVA, entre otros de más o menos importancia institucional.

En general, se puede afirmar que, hasta el momento, se nota la ligera brisa del cambio, pero ésta no tiene aún ni mucho menos la fuerza arrolladora de un huracán. Quizás por el estilo político pausado que caracteriza tanto a Juanma Moreno como a Juan Marín, en muchos aspectos y situaciones se observa un cierto continuismo con las políticas anteriores, continuismo que ha consistido más en limar las asperezas más llamativas de los ejecutivos socialistas que en cambiar en profundidad las grandes líneas en las que, hasta ahora, se ha asentado el autogobierno andaluz.

Es evidente que sólo llevamos seis meses de Gobierno, un periodo demasiado corto para cambiar las inercias acumuladas durante casi cuarenta años de ejecutivos socialistas. El primer test importante sobre el verdadero alcance del cambio será el de los Presupuestos de 2020. Ahí sabremos si estamos ante una transformación en profundidad o ante un mero cambio de caras con algunos retoques y mejoras en la gestión. Evaluar a un Gobierno que tantas expectativas ha generado en apenas medio año es, simplemente, un ejercicio de frivolidad.

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