Vox vuelve a amagar con la ruptura

Vox se ha acostumbrado a escenificar su descontento con el Gobierno andaluz al mismo tiempo que lo apoya con sus votos. Eso sólo le puede restar credibilidad

Vox aprovechó ayer el segundo aniversario del Gobierno andaluz, que se cumplió el pasado sábado, para escenificar su total desacuerdo con la deriva del Ejecutivo al que a la hora de la verdad apoya con sus votos en el Parlamento regional. El portavoz de la formación derechista, Alejandro Hernández, llegó a decir que el presidente de la Junta, el popular Juanma Moreno, "se siente cómodo con la herencia del PSOE" y que, en general, los miembros del Gobierno autonómico han "engañado a los andaluces con falsas promesas que ni siquiera han intentado cumplir". "Hasta aquí hemos llegado", dijo Hernández tras concluir que el Ejecutivo ha "agotado el crédito". Ante esta andanada verbal por parte de Vox cabe preguntarse si estamos, simplemente, ante uno de esos arrebatos que, periódicamente, parecen asaltar al partido de Santiago Abascal o, esta vez sí, estamos ante el principio del fin de la coalición que desalojó al PSOE del poder en Andalucía tras casi cuarenta años. Más bien parece lo primero. Sobre todo porque hace menos de un mes que Vox dio su voto a unos Presupuestos autonómicos que permitirán a Juanma Moreno controlar la legislatura a su antojo. Este apoyo, es importante recordarlo, se produjo cuando el presidente de Vox, Santiago Abascal, y el del PP, Pablo Casado, habían roto prácticamente relaciones tras la fracasada moción de censura contra Pedro Sánchez presentada por el primero. En la lengua castellana hay numerosos refranes que definen bien esta repetitiva actitud de Vox de amagar pero no dar, y el partido derechista debería pensar muy en serio si no dañan a su credibilidad estos arranques de dignidad que luego se quedan en agua de borrajas. Probablemente la actitud de Vox se deba a una estrategia en su lucha con el PP por el electorado de la derecha, más después de los sondeos que apuntan a su crecimiento. Pero difícilmente sus votantes comprenderían que Vox pusiese en peligro una coalición que, hoy por hoy, es la única alternativa frente al PSOE. En la actualidad, la estabilidad política es un bien a conservar. Jugar con ella puede ser interpretado como una frivolidad.

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