Torra lleva a la Generalitat a un ridículo histórico

El presidente de la Generalitat catalana, Quim Torra, está llevando a esta histórica institución a sus cotas más bajas de prestigio y al más absoluto ridículo. A nadie se le escapa que la historia de la Transición a la democracia no se concibe sin la restauración de la Generalitat, encarnada en la figura de Josep Tarradellas, con quien el presidente Adolfo Suárez negoció el regreso del autogobierno a Cataluña, garantizándose así el apoyo de una región que fue muy activa políticamente en el último antifranquismo. Luego vendría la larga época de Jordi Pujol, el gran arquitecto de la actual Generalitat (que el tiempo ha desvelado como un líder extractivo), y de otros presidents que poco a poco fueron dilapidando el prestigio acumulado de la que era considerada como la región más dinámica y moderna de España. A la vista de los últimos acontecimientos, esta deriva descendente parece haberse acelerado dramáticamente con Quim Torra, un president marioneta del huido Carles Puigdemont que sólo pudo llegar al cargo por una serie de carambolas y que no fue votado como tal por los ciudadanos catalanes. Durante todo este tiempo, Torra ha dado sobradas pruebas de su escaso bagaje cultural y personal, de su sectarismo político y de su evidente cinismo, características que deberían inhabilitarlo como presidente de la Generalitat. Sin embargo, es en las horas posteriores a la sentencia del procés cuando Torra está mostrando su perfil más nefasto. No sólo por no aceptar la sentencia del Tribunal Supremo (en absoluto dura, como apuntan los independentistas) y alentar a los ciudadanos a salir a la calle con no se sabe muy bien qué objetivos, sino también por jugar con afán calculador con los brotes de violencia que se han ido produciendo en las distintas manifestaciones. Finalmente, cuando la violencia ha sido insoportable para la ciudadanía catalana (incluso para los partidarios de la independencia), se ha visto obligado a condenarla, no sin antes achacarla a unos misteriosos "infiltrados" sin aportar ninguna prueba ni argumento, como si de un vulgar demagogo de barra se tratase. Nunca un presidente autonómico español había caído tan bajo. Finalmente, ayer en el Parlament, dejó a todo el mundo asombrado -empezando por sus compañeros de Gobierno- al afirmar que durante esta legislatura se repetirá el referéndum ilegal de autodeterminación. El irresponsable Torra parece no haber aprendido nada en los últimos tiempos: ni de la ruptura de la sociedad catalana, ni de las empresas en fuga, ni de los políticos presos, ni del descrédito en el que ha caído la región, ni de los últimos actos de violencia... Hoy por hoy, Torra es uno de los grandes problemas que tiene Cataluña.

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