La situación en la que se encuentra el Parque Nacional de Doñana, su estado de conservación y las amenazas a las que se enfrenta son una preocupación constante para administraciones, organizaciones ecologistas y ciudadanos en general. Fruto de esa inquietud, esta semana ha acudido a Andalucía un grupo de parlamentarios europeos con el encargo de realizar un informe sobre el estado concreto en el que se encuentra este pulmón verde. La amenaza del uso intensivo de los recursos hídricos de sus acuíferos y el proyecto de almacenamiento de gas que quiere poner en marcha Naturgy han sido los dos ejes sobre los que ha girado la ronda de contactos que la delegación del Europarlamento ha mantenido en estos días con la Junta de Andalucía, el Defensor del Pueblo Andaluz, diversas ONG y plataformas conservacionistas y empresas del entorno. Todo ello para que en el próximo mes de febrero se emita un informe en el que expresen su opinión sobre la situación del Parque, así como realicen una serie de recomendaciones sobre cómo se debe actuar en la zona. A primera vista, debemos estar satisfechos porque el portavoz de la misión diplomática, el eslovaco Pal Csaky, ha expresado su satisfacción con lo visto sobre el terreno y ha señalado que la impresión que tienen "es que el Parque y toda la zona circundante están en buenas manos, en manos de expertos". La conservación de un patrimonio natural de semejante magnitud merece todos los controles necesarios y una vigilancia exhaustiva que ponga freno a cualquier intento de desnaturalizar la zona. Es por ello que hemos de aplaudir el celo europeo y su disposición. La profesionalidad de los integrantes de la Estación Biológica de Doñana, así como los esfuerzos realizados desde la Junta de Andalucía para proteger el entorno, la flora y la fauna son más que evidentes. Sin embargo, debemos llamar la atención y exigir responsabilidad a aquellos que han hecho del alarmismo y la inquietud una vía para encontrar un escaparate. Del mismo modo que hemos de exigir a los agricultores del entorno el máximo respeto y el cumplimiento estricto de sus obligaciones si no quieren sentir sobre ellos el peso de la Justicia. Es cierto que en la conservación de una joya como Doñana todos los esfuerzos siempre serán pocos, pero eso no puede significar la eliminación de una serie de actividades económicas que generan una riqueza y un empleo que son básicos para la zona. La defensa del medio ambiente y el desarrollo económico son dos elementos que deben ir de la mano y no vivir en el enfrentamiento. Así lo entiende Europa y así debemos entenderlo todos.

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