La decisión del Gobierno de la nación de aprobar un impuesto a las grandes fortunas tiene una única lectura política: la desactivación del decreto ley, ya validado por el Parlamento de Andalucía, que bonifica al 100% el de Patrimonio. Es una evidencia que corroboran incluso las declaraciones que ha realizado en los últimos días la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Ello obliga al Gobierno que preside Juanma Moreno a adoptar una actitud clara en defensa de su autonomía de gestión de los tributos cedidos y prepararse para acudir a los tribunales en defensa de ese principio, que es una de las bases del ordenamiento autonómico. Pero más allá de estas cuestiones, que tendrán que ser resueltas en su día en el marco judicial, lo ocurrido demuestra que desde Andalucía se está marcando la política nacional. Dicho de otra forma: Juanma Moreno ha cogido una bandera que no sólo tiene que ver con los intereses de su comunidad autónoma, sino que también encabeza la estrategia del principal partido de la oposición, que, de acuerdo con todos los estudios de opinión, se ve ya muy cerca de llegar al poder. Moreno está marcando la posición nacional del Partido Popular. Además, lo está haciendo para reforzar el liderazgo nacional de su partido, encarnado en Alberto Núñez Feijóo, y no desde el pulso interno como se estaría planteando, por ejemplo, desde la Comunidad de Madrid. Lo decía el pasado domingo en una entrevista en este periódico el consejero de Presidencia, Antonio Sanz: Andalucía ha comenzado a marcar la política de España. Pasa algo parecido, con las necesarias correcciones de tiempo y circunstancias, a los años noventa, cuando un Manuel Chaves sólidamente asentado en Sevilla era el ariete de la oposición socialista a José María Aznar. Moreno está demostrando, tras su contundente triunfo electoral, una capacidad de liderazgo y de iniciativa política decisiva en la configuración de un mapa nacional que apunta a un cambio de inquilino en La Moncloa.