El presidente en funciones y candidato socialista a las próximas elecciones generales, Pedro Sánchez, ha prometido que, si gana el próximo 10 de noviembre, subirá a finales de año las pensiones de acuerdo con el IPC, y no el 0,25% ya previsto. No se debe poner ningún pero a que algo que afecta a millones de españoles entre en el debate electoral. Más bien todo lo contrario, ya que se supone que las campañas están, precisamente, para que los candidatos expongan sus ideas y proyectos para mejorar la vida de los ciudadanos. Sin embargo, también es cierto que un tema tan sensible como el de las pensiones debe tratarse siempre con extremo cuidado y con un gran sentido de la responsabilidad. Todos somos conscientes de la necesidad de aumentar unas pensiones que son claramente insuficientes para poder llevar una vida desahogada, pero también hay que serlo de que lo más importante, hoy por hoy, es alcanzar un modelo de financiación que asegure la viabilidad de las mismas. Está muy bien anunciar las subida de las pensiones (sobre todo en periodo electoral), pero mejor está decir de dónde se va a sacar el dinero.

En general, el problema de las pensiones hay que insertarlo dentro de otro mayor, el del galopante envejecimiento de las sociedades europeas. Con una natalidad que prácticamente se ha derrumbado y una esperanza de vida cada vez mayor, todo indica que el sistema piramidal en el que se asientan nuestras pensiones (que requiere de muchos jóvenes trabajando y pocos mayores cobrando) no se podrá mantener durante demasiado tiempo. El problema es complejo y, por tanto, necesita soluciones complejas y no ocurrencias. En los últimos tiempos se han puesto sobre la mesa muchas ideas: el aumento de la edad para poder acceder a la jubilación (el problema es dónde van a trabajar los mayores en un mercado laboral que te expulsa a partir de los cincuenta), el modelo de mochila alemán (que corresponsabiliza al trabajador con su futura pensión), el incentivo del ahorro y de los planes privados (muy cuestionado por algunos economistas), etcétera. Lo que parece claro es que la reforma del sistema de pensiones -más allá de los lógicos debates y las propuestas electorales- merece un pacto de Estado en el que participen los principales partidos políticos para darle solidez y continuidad. Es positivo que ahora, en diciembre, se suban las pensiones, pero lo sería más que se alcance un acuerdo que las garantice en las próximas décadas.

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