Lecciones del incendio de Almonaster

Las medidas preventivas son imprescindibles, pero Andalucía siempre está expuesta al riesgo de este tipo de catástrofes si las condiciones son adversas

El incendio forestal que comenzó la semana pasada en Almonaster se ha dado por estabilizado, aunque aún quedarán algunos días en los que es posible que se reavive en algunas áreas. Ha sido el incendio más grave de los vividos este verano en Andalucía, y la primera estimación es que ha afectado a 12.000 hectáreas de un monte muy diverso y también muy antropizado. A falta de lo que suceda en los próximos días, cabe sacar algunas conclusiones. La primera, y la principal, es la vulnerabilidad del monte andaluz ante los incendios. La comunidad estará siempre expuesta a este riesgo, las medidas preventivas son muy necesarias, pero no eliminan la posibilidad de catástrofe en una región que se expone a largos meses sin lluvias y a temperaturas que sobrepasan los 30 grados. Esto es, básicamente, lo que ha sucedido en Almonaster. Aunque el Infoca atacó el fuego con rapidez, temperaturas superiores a los 30 grados, vientos por encima de los 30 kilómetros por hora e índices de humedad muy bajos hacen que el fuego corra con una tremenda rapidez, dejando, incluso, áreas sin quemar detrás que terminan ejerciendo de combustible adicional cuando cambia la dirección del aire. Andalucía cuenta, desde hace décadas, con un servicio de extinción de incendios forestales que es eficaz y experimentado, pero que siempre está expuesto a este tipo de catástrofes. Esta vez han ardido 12.000 hectáreas en un incendio que recuerda al de El Madroño y Berrocal de 2004, aunque en aquella ocasión fueron 32.000 hectáreas. El otro problema de este incendio ha sido la afectación a la población, que obligó al traslado de alrededor de 3.000 personas. Hay que subrayar que cada vez son más frecuentes los fuegos en entornos humanizados. Es preciso que todas estas zonas cuenten con planes de evacuación y de alojamiento. Por lo demás, cabe reprochar el comportamiento que han dado algunos dirigentes políticos con su obsesión de espectacularizar unas labores que ni siquiera eran necesarias. Tanto la oposición socialista, empeñada desde el minuto uno en la crítica, como algunos cargos del Gobierno, por su sobreactuación, deben meditar sobre ello.

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