Lecciones de la crisis de Ceuta

Estados Unidos es un país amigo al que nos unen muchísimas cosas, pero en los conflictos diplomáticos entre España y Marruecos siempre apoya al segundo

La actual crisis diplomático-migratoria de Ceuta ha sido una triste oportunidad para comprobar, una vez más, las muchas carencias de nuestra clase política. En momentos así, cuando las fronteras del país estaban siendo claramente agredidas y se intentaba desestabilizar una ciudad española de casi 85.000 habitantes, se supone que todos los partidos políticos deben hacer una piña y dar un mensaje al mundo de unidad y fortaleza. Sin embargo, los políticos españoles se encargaron de escenificar ayer, en el Congreso de los Diputados, sus profundos desencuentros más allá de la retórica falsa de la mano tendida. El panorama fue desolador: PP y PSOE a la gresca; Podemos -cuyos apoyos a la causa saharaui tanto daño han hecho a las relaciones hispanomarroquíes- se olvidó de que forma parte del Gobierno y metió presión al mismo en apoyo al Frente Polisario; Vox, con Santiago Abascal a la cabeza, intentó sacar rédito a la situación viajando a Ceuta para lanzar un discurso belicista y xenófobo a una población atemorizada e indignada... Sólo Carles Puigdemont, que sigue siendo el líder espiritual del independentismo catalán más radical, hizo lo que se esperaba de él: reivindicar la marroquinidad de Ceuta y Melilla. Estos dos días también han servido para volver a comprobar quiénes son nuestros verdaderos aliados en esta complicada cuestión. EEUU se ha decantado, una vez más, claramente a favor de Marruecos, dejando claro que el apoyo decidido de Donald Trump al reino alauí no era una extravagancia más del político republicano, sino toda una política de Estado que se lleva cultivando desde hace décadas, como bien sabe cualquiera que conozca mínimamente el problema. EEUU es un país amigo con el que compartimos muchísimas cosas, pero en este asunto no lo tenemos de nuestro lado. Esa es la realidad. Por su parte, la Unión Europea ha estado a la altura a la hora de dejar bien claro que se estaba atacando una frontera de Europa. Ahora sólo hace falta que esas buenas palabras se traduzcan en muchas más ayudas y más compromiso para contener la inmigración en su flanco sur.

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