Final de un impuesto injusto e impopular

El impuesto de Sucesiones ha perdido la batalla de la opinión pública. Díaz acierta al eliminarlo en tiempos de bonanza económica

La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, dejó ayer claro que el impuesto de Sucesiones tiene sus días contados en nuestra comunidad autónoma. Aunque no fijó una fecha concreta, la líder socialista aseguró que está dispuesta a extinguir el tributo por dos motivos principales: por el "proceso de deslegitimación" que ha sufrido y por la necesidad de cumplir con el partido que le da los apoyos necesarios para gobernar Andalucía, Ciudadanos, que ha hecho de la lucha contra este gravamen una de sus principales banderas durante la presente legislatura.

Parece claro que el impuesto de Sucesiones ha perdido claramente la batalla de la opinión pública -a eso se refiere Díaz cuando usa un término tan resbaladizo como "deslegitimación"- y que es bueno que un presidente, sin renunciar nunca a principios elementales, esté pendiente y haga caso a eso que llaman la "voz de la calle". Lo cierto es que la Junta de Andalucía no ha sabido o no ha podido defender un tributo que le reporta anualmente unos 400 millones de euros, una cantidad nada desdeñable que ahora tendrá que buscar en otros yacimientos fiscales. Susana Díaz acierta al elegir el momento para acabar con el impuesto, ya que la buena marcha de la economía y las favorables previsiones de su evolución invitan al optimismo fiscal. No hay dudas de que en los próximos años se recaudará más. Este periódico siempre se ha opuesto a la existencia de un impuesto que supone para los andaluces un agravio comparativo respecto a la mayoría de los españoles, con la consiguiente pérdida de competitividad. Guste o no, el impuesto de Sucesiones estaba condenado a desaparecer desde el momento en que comunidades de gran dinamismo económico como Madrid decidiesen bonificarlo al 100%. El impuesto de Sucesiones es impopular, injusto y pernicioso, porque aumenta la presión fiscal sobre los andaluces, que tienen la sensación de que se penaliza el esfuerzo y el ahorro de sus padres. También, porque es una invitación permanente a las medianas y grandes fortunas a que se empadronen en otras comunidades autónomas.

Con la extinción del tributo, Susana Díaz se quita un problema que le podía restar votos en las clases medias. Sin embargo, el gran vencedor de esta partida es Ciudadanos, que podrá exhibir ante su electorado un triunfo nada desdeñable con el que justificar su apoyo a los socialistas durante esta legislatura.

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