Un Ejecutivo cada vez más dividido

La división en el Gobierno de España es evidente. Cada vez más, Pablo Iglesias parece dispuesto a marcar diferencias con Sánchez y los ministros socialistas

La imagen se hizo ayer rápidamente viral. El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, y la ministra portavoz, María Jesús Montero, fueron sorprendidos por los medios en una intensa discusión en los pasillos del Congreso en la que la titular de Hacienda llegó a llamar "cabezón" al líder de Podemos. No estamos, como algunos quieren hacer creer, ante una simple anécdota. En las últimas horas, los dos partidos de la coalición, PSOE y Unidas Podemos, han recrudecido sus desencuentros a cuenta de la prohibición de los cortes de suministros para personas vulnerables o la subida del salario mínimo. Estas desavenencias se unen a otras como la cuestión del Sahara occidental o la monarquía, que no son cuestiones baladíes, sino que afectan a la médula de la política exterior española y -nada más y nada menos- al propio modelo de Estado. Aunque el Gobierno ha vendido la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado como un síntoma de su buena salud, lo cierto es que la sensación general es que, en la actualidad, existen dos ejecutivos diferentes cuyas aspiraciones y objetivos distan mucho entre sí. El presidente Sánchez, en su obsesión de permanecer en la Moncloa contra viento y marea, no parece muy preocupado por estas graves fisuras, pero lo cierto es que, en la actualidad, el vicepresidente Pablo Iglesias -el hombre que Sánchez temía que le quitase el sueño- parece completamente dispuesto a seguir su propia agenda y a marcar distancias con los ministros socialistas. De alguna manera, parece que los morados ya han decidido que es hora de empezar a diferenciarse muy claramente del PSOE de cara a los próximos comicios autonómicos y nacionales. Así las cosas, Sánchez debería caer en la cuenta del daño que le está haciendo a su partido, que cada vez es más percibido por la opinión pública como una formación radicalizada a la que no le importa pactar con partidos independentistas y filoetarras, como se ha podido ver nítidamente en los últimos tiempos. El precio de este Gobierno de coalición para los socialistas puede llegar a ser excesivo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios