ERC juega al 'poli bueno-poli malo' en el 'Parlament'

La nueva legislatura catalana comenzó ayer con la elección del independentista Roger Torrent, de ERC, como presidente de la Cámara autonómica, cargo en el que sucede a Carme Forcadell, de triste recuerdo por sus graves vulneraciones al reglamento del propio Parlament, la Constitución y la legislación vigente en general, por lo que se encuentra actualmente investigada por la Justicia. En circunstancias normales, el nombramiento de presidente de un parlamento democrático, pese a su alto rango institucional y su evidente importancia a la hora de ordenar las deliberaciones, suele ser un acto que no llama demasiado la atención. Sin embargo, después de ver cómo en la pasada legislatura catalana fueron la propia presidencia del Parlament y su mesa los que obviaron los derechos más elementales de los diputados y grupos de la oposición, el acto de ayer despertó un interés inusitado. Hay que reconocer que Roger Torrent, un independentista reconocido, quiso darle a su discurso la altura institucional que requería la circunstancia, tendiendo la mano a todos y mostrando su disposición a "contribuir para coser la sociedad catalana". Aunque es cierto que hubiese sido mejor que previamente no hubiese colaborado en descoserla, bienvenido sea el nuevo tono conciliador. Destacable es que no pronunció en ningún momento las expresiones "presos políticos" o "exilio", las cuales, además de ser estrictamente falsas aplicadas al caso catalán, hubiesen contribuido para dar una imagen sectaria del nuevo presidente del Parlament. Torrent, además, reconoció que Cataluña es una sociedad de "identidades cruzadas" y un "país plural". Sólo hace falta que esto lo aplique a la praxis diaria y evite a toda costa los bochornosos espectáculos vividos durante la pasada legislatura, especialmente con el vodevil de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI).

Frente al tono conciliador de Torrent contrastaron las maneras sectarias de Ernest Maragall, también de ERC, quien presidió la mesa de edad. El antiguo miembro del PSC, convertido al independentismo más visceral, sorprendió a todos con una intervención agresiva impropia del momento y del efímero cargo que le tocaba desempeñar. Todo hizo pensar que ERC había decidido ejecutar el viejo juego de poli bueno-poli malo en el Parlament. Sea como fuere, lo cierto es que ayer se inició en Cataluña una legislatura plagada de incógnitas y peligros. El primer gran escollo será la elección del presidente de la Generalitat. Ahí veremos si el independentismo está dispuesto a respetar la ley o volverá a mostrar su cara más montaraz y rebelde.

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