La impunidad con la que aparentan moverse los traficantes de droga en el Campo de Gibraltar ya ha propiciado escenas inauditas, como el desembarco de partidas de hachís a media mañana y ante la mirada de los bañistas y paseantes, que contemplan cómo las lanchas se acercan hasta la playa con los fardos y numerosas personas llegan para descargarlos. Incluso se ha llegado a cortar durante unos momentos el tráfico en un paseo marítimo para propiciar la salida de los vehículos con su cargamento. Así sucedía hace unos días en La Línea, donde en una misma mañana, con un modus operandi similar, se contabilizaron hasta media docena de alijos con varias toneladas de droga en cada uno, según las estimaciones policiales. La inmigración estaría sirviendo de perfecta tapadera a los narcos. La continua llegada de pateras y la necesidad de destinar efectivos de los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado a esas labores facilitaría las operaciones de las bandas, conocedoras de los recursos de que disponen en sus áreas de actuación la Guardia Civil y la Policía.

El nuevo director del instituto armado, Félix Azón, se ha comprometido a enviar 300 agentes a la comarca campogibraltareña y asegura que entre Algeciras y La Línea ya operan 120 de refuerzo. Parece evidente, a la vista de los últimos acontecimientos, que su número resulta insuficiente, al menos para dificultar a los narcos que operen a placer y a plena luz del día.

Además, ya existe la preocupación en algunos municipios malagueños de que se produzca un efecto contagio y los narcos amplíen su zona de operaciones a la Costa del Sol. Aunque no hay confirmación oficial y el delegado del Gobierno en Andalucía ha realizado una llamada a la prudencia, el alcalde de Manilva ha llegado a afirmar que una de las hipótesis del origen del fuego forestal de finales del pasado mes, que provocó el desalojo de 400 personas y que llegó a pocos metros de las viviendas, es que fuera provocado por traficantes como una maniobra de distracción. Asentaba su sospecha el regidor en el hecho de que en una playa cercana apareció un vehículo todoterreno sumergido en el agua y en los aledaños se hallaron objetos que suelen emplearse en los alijos.

El problema del narcotráfico en el Campo de Gibraltar no se solventa sólo con un mayor número de efectivos de seguridad. La facilidad con la que las bandas captan a decenas de jóvenes de la comarca sitúa el desafío en los ámbitos social, educativo y laboral, mucho más complejos de atacar a corto plazo. Son las administraciones las que está obligadas a encontrar recetas que reviertan la situación. Pero, desde luego, es inaceptable que los bañistas se acostumbren a compartir su ocio con el narcotráfico.

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