Por fin, cansados del ajetreo de esta noche, de colarnos en las casas cargados de juguetes e ilusión, podemos sentarnos a descansar. ¡Llevamos semanas recibiendo cartas! Y todos quieren que se cumplan sus deseos: desde la genuina sorpresa de los más pequeños, hasta el afectuoso gesto de los amigos o el amoroso cuidado de los que se aman. Pero antes de volver a Oriente, permitidnos unos minutos, paraos y escuchad… También nosotros tenemos deseos por cumplir.

Como todos los años, nos cruzamos en el camino con personas que, como nosotros, vienen de lejos y marchan sin rumbo. Pero a ellos no hay estrella que les guíe. Salieron de sus patrias huyendo de la guerra o expulsados por la pobreza y la persecución, y quedan varados tras vallas fronterizas, ahogados en el mar o tragados por el desierto. Y por el peor muro de todos, que es el miedo, azuzado por líderes insensatos y medios de comunicación sin escrúpulos. ¡Nos desgarra esta tragedia sin límite! A vosotros, que fuisteis niños sin prejuicios, os pedimos que seáis críticos para entender lo que pasa, lúcidos para identificar las mentiras y compasivos para acoger al otro.

Como todos los años, nos llegan los ecos de muchos conflictos. Pero asistimos preocupados a una escalada del autoritarismo y la violencia desde posiciones extremas que pone en peligro la democracia: políticos que agravian, gobiernos que excluyen, pueblos con serios problemas de convivencia. A vosotros, que fuisteis niños que juntaban sus manos, os pedimos que elijáis siempre el debate y no la confrontación, el diálogo en lugar del insulto, la tolerancia en vez de la obcecación. Porque solo quienes se respetan pueden avanzar juntos.

Como todos los años, hubiéramos querido repartir, además de juguetes, un poco de esperanza y un mucho de resistencia. Pero son malos tiempos para la utopía, y los cambios que llegan los sentimos más como amenaza que como posibilidad. Las grandes causas parecen arrinconadas, y con ellas muchas de las aspiraciones colectivas. Pero vosotros, que fuisteis niños creativos, no os conforméis. Las transformaciones reales comienzan en lo pequeño, en lo cotidiano, en gestos casi invisibles que hacen este mundo más habitable. Porque "aunque todo es político, lo político no lo es todo".

Y como todos los años, los Magos (que no reyes, ¡es graciosa esa manía monárquica vuestra!) volveremos a Oriente, a seguir preservando el espacio de los sueños.

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