La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

¡Si hay que votar, se vota!

Y si hay que cenar en Nochebuena con un cuñado de Vox y una sobrina de Podemos, pues se cena...

Ha comenzado el diputado de Foro de Asturias y terminará el líder socialista como posible candidato del Rey a formar gobierno. Dos días de consultas con 18 partidos sin que esté muy claro para qué. Porque será primero la investidura -y ERC ya se ha encargado de enfriar este fin de semana las posibilidades de un acuerdo rápido antes de Navidad-, pero el verdadero desafío llegará después: cuando haya que conformar un equipo mínimamente cohesionado que no obligue a clamar a diario lo de "a tierra que vienen los míos" y cuando toque gobernar con un presupuesto propio (no heredado) dando estabilidad a un país con diez puntos de retraso en cualquier indicador (del paro al informe PISA) en un momento de preocupación global por la desaceleración de la economía, por el cambio climático y por la pérdida de derechos y valores frente a dos gigantes maquiavélicamente expansivos e incontrolables que todo y nada tienen que ver: la inmigración y la digitalización; el desafío de la tecnología frente al desafío de la gente.

Octava ronda de consultas para Felipe VI en los cinco años y medio que lleva como rey frente a las diez que presidió su padre en 38 años de monarquía. Una situación tan inédita desde la perspectiva del tiempo como desde la excepcionalidad del ahora: nunca en España un jefe de Estado había tenido que lidiar durante 48 horas en La Zarzuela con 18 formaciones. El arco parlamentario más diverso e impredecible de toda la democracia. ¿Habrá candidato esta vez? Porque ya no es ningún drama que hablemos de terceras elecciones ni de un Gobierno en funciones capaz de deambular sobre un alambre de pinchos con un horizonte indefinido.

Pero no toca ninguno de estos debates -los que de verdad deberían preocuparnos- porque andamos distraídos en la espiral de lo banal: ¿de qué se ríen? La foto de Iván Espinosa de los Monteros, Pablo Iglesias e Inés Arrimadas cuchicheando en el tradicional homenaje a la Constitución -ese en el que media España huye y la otra mitad se hace el puente en casa- ha tenido más recorrido que cualquiera de los gélidos acercamientos entre los socialistas y los independentistas.

A ver. Si hay que ir a votar, se va. Y si hay que cenar en Nochebuena con un cuñado de Vox y una sobrina de Podemos, pues se cena... No estamos "blanqueando" nada; es la vida. Es la lección de pragmatismo y de sentido común que, una vez más, en España se da desde abajo.

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