Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

He visto cosas que sí que creo

La clase política hace gala de un sectarismo que escuece hasta los ojos de todos los que lo padecemos a diario

Ni más allá de Orión, ni leches, aquí al lado. Si el de Blade Runner se hubiera pasado por Huelva las semanas que van desde el 27 de enero, cuando este su periódico que diría Juan Cuesta, publicó que el Ceus se iba por el retrete, hubiera terminado sus días no empapado con la lluvia, si no jumao perdío con una botella del Condado a su vera tratando de olvidar lo que acababan de ver sus ojos, que le costaría creer. Como a mi, no se vayan a creer.

La primera lección que cualquier pretendiente a calientasillones en la política, es ser un sectario con máster. No es necesario que se esfuerce mucho, será más que bienvenido en su sede provincial, en la central hispalense y no digamos en la capital del reino, que lo mismo le da para ser jefe de negociado y ya tiene su vida resuelta. No importa lo que digan, importa quién lo haga y si es un adversario, peor me lo ponen. Rellenen a su gusto os espacios que se quedan en medio; da igual que sean los partidos tradicionales, como aquella llamada nueva política que de novedosa tiene el nombre y ya.

Lo del interés público, ya si eso. Que sí, que grabadora mediante todos están muy preocupados por el asunto, pero que en cuanto se apagan, regresan a las catacumbas de quien no se preocupa nada más que por su confortabilidad y con eternizarse en la vida pública, que no sería la misma sin sus aportaciones. Al menos eso dice en las contadas veces que cena en casa.

También deben rellenar a qué me refiero, porque en el fondo da lo mismo que sea el AVE (que me jubilaré sin verlo), que el Ceus, que el túnel de San Silvestre, la presa de Alcolea o ese asfalto por el que nos movemos que no ha sido cambiado desde hace décadas y que el coche lamenta cada vez que circula por el mismo.

De todas maneras uno da gracias por tenerlos. A ellos, de los que soy capaz de adelantar un día antes lo que van a decir, a quién van a culpar, de quién se van a acordar y a quienes no van a tener en sus pensamientos. Para que quede claro, los primeros los de su partido; los siguientes, los rivales malos malísimos y por último ustedes y yo que asistimos esputefactos que diría un colega a un espectáculo que ya dejó hace tiempo de causar bochorno para entrar en la hilaridad absoluta.

Efectivamente, se han dado cuenta. Cabreado que anda uno. Y lo peor del asunto es lo que me queda. Necesito unas vacaciones. Bueno, o ellos.

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