Sí, amigo Paco Revuelta, el título de tu último y reciente disco me ha inspirado el encabezamiento de esta columna. Vaya por delante mi felicitación y el recuerdo nostálgico de una época juvenil que nos proporcionó tu aparición en televisión y la entrañable entrevista que te hizo Concha Velasco.

Las imágenes y el recordatorio de tu faceta como cantautor resultaron, ciertamente, agradables y en realidad simpáticas, hasta tú mismo resaltaste el estilismo de la época del que, desde luego, el chaquetón de cuadros con el que aparecías no es que fuera vintage, es que resultaba antológico para un visionado de hoy día. Así que enhorabuena, deseos de éxitos próximos y gracias por cederme el encabezamiento.

Aquí, en Huelva, los buenos y expertos navegantes, contra el viento y la marea utilizaban una técnica que consistía, más o menos, en navegar en zigzag, popularmente llamaban a ese método voltejear. Pues bien, esa situación de contra viento y marea, con necesidad de voltejeo es la que comenzamos a sentir los ciudadanos que seguimos de cerca los avatares de la vida política.

Y es que estamos sometidos a la incertidumbre de unos navegantes que deben ponerse de acuerdo para poder avanzar, frente a una ola infranqueable que no se mueve a la espera de engullir la voluntad de la marinería que se acerca y a la que solo salvará un cambio de rumbo y ponerse a favor de esa ola si no quieren perecer. El problema es que la modificación del rumbo convertiría la ola, supuestamente inmóvil, en un tsunami que arrollaría todo y permitiría adueñarse de toda la costa donde encontraría la compañía de aquellos que no se embarcan en aventuras democráticas que significan competir en la libertad, justicia y paz consagrados en esa carta de navegación que se llama Constitución española.

Curiosamente, algunos de los sustentadores del promotor silencioso del tsunami político, preconizadores de la ruptura, se alejan al descalificar a los incautos voltejeadores, muchos de ellos novatos marineros, de uno de los preceptos básicos de la convivencia pacífica, aquél que dice: "La libertad es siempre la libertad de pensar de forma diferente" que parece muy liberal y, sin embargo, es propiedad de Rosa de Luxemburgo, referente idílico no precisamente de la marinería inexperta derechosa. Conclusión, quién cuando descalifica engaña más, quienes dicen éste es mi rumbo y mi compromiso o aquel que espera inmóvil el encuentro con unos socios que prefieren la deriva del descontrol por el dominio del viento y la marea inconscientes de ir camino del naufragio al que les va a inducir quien solo tiene un objetivo de beneficio individual llamado Moncloa y no el general con el nombre de España.

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