Hace una semana que las urnas dieron la mayor sorpresa de nuestra democracia y aún hay quien está intentado asumir lo ocurrido. Los votos de los andaluces dictaminaron el aparente final de la época del PSOE al frente de la Junta de Andalucía con un resultado que absolutamente nadie hubiera creído. Porque no es sólo que el socialismo se llevara el varapalo más grande que pudiera imaginar, es que de paso el mapa político local ha recibido una sacudida tal que todos los implicados han de sacar lecciones rápidas.

El primero es el alcalde, quien a pesar de que su partido ha sido el más votado debe estudiar seriamente el panorama para tomar medidas. La caída de sufragios y las zonas en las que esto ha ocurrido indican que Gabriel Cruz ha de redoblar esfuerzos y tomar la iniciativa de un modo más claro. Se acaba el tiempo y asuntos como el futuro del Decano no admiten demoras. Habrá que ver en ese relanzamiento qué papel tienen los miembros de su equipo, bastante desdibujados en algunos casos y necesitados de un empujón que los saque del despacho y los acerque bastante más a la calle.

El otro partido que tiene que ponerse las pilas es el PP. La posibilidad de gobernar en la Junta no puede ocultar un resultado que fue malo. El partido que gestionó durante 20 años la capital sale de las urnas convertido en tercera fuerza y dando claros síntomas de ahogamiento. Pilar Marín tiene ya sólo 5 meses para darse a conocer y presentar una alternativa que pueda convencer a sus votantes. La aspirante popular tiene un duro trabajo ante sí para el que necesita ya de una vez por todas designar un equipo cohesionado que la apoye en su labor y que empiece a desgranar una estrategia que por ahora nadie sabe muy bien por dónde va.

En Ciudadanos el planteamiento es diferente. Los buenos datos logrados el domingo pasado son un acicate para una formación que en el plazo máximo de un mes debería tener a su cabeza de cartel para el domingo de mayo. María Martín se multiplica por la ciudad, pero que pueda encabezar la plancha naranja es algo que nadie aclara sino todo lo contrario. La senda de los chicos de Albert Rivera parece ser la adecuada, pero no pueden dormirse en los laureles si no quieren correr el riesgo de que lo obtenido hasta aquí caiga en saco roto.

Adelante Andalucía tampoco tiene fácil su futuro. Sánchez Rufo ha anunciado que lo más seguro es que se retire del toreo en breve y dejará que todo el paso de la candidatura pivote en una Mónica Rossi llamada a reflotar un barco que ha quedado más que tocado. La unión de Podemos e IU no ha convencido ni a los suyos, a los que debe movilizar y convencer de la relevancia que podría tener la confluencia en el futuro gobierno municipal.

Y luego está Vox, que se ha encontrado de sopetón con un parlamentario en Sevilla y ha visto cómo un partido que era lo más parecido a una reunión de amigos ha recolectado un más que respetable número de votos que lo podrían situar en el próximo plenario local. Barruntar qué va a ocurrir con ellos sería más que osado, pero va a ser muy interesante y más que entretenido ver cómo se desenvuelve en estos próximos meses.

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