La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Como si en ello me fuera la vida

Del Londres de 1850 al Madrid de 1945: la cultura iluminando vidas en tiempos oscuros

Releo este Adviento David Copperfield. Y lo descubro tras haberlo leído no sé cuántas veces desde aquella primera edición niña abreviada -"256 páginas con ilustraciones"- de la Colección Historias. Las grandes obras -ya sean libros, músicas, películas o cuadros- siempre, de alguna manera, se leen, oyen o ven por primera vez. Le precedió la lectura del extraordinario, oscuro y honestamente complejo Madrid 1945 de Trapiello. Nada tienen que ver uno y otro. Salvo por una coincidencia referida a la luz que los libros, las películas y otros entretenimientos aportan a las vidas y los tiempos oscuros.

Cuando la desdicha se abate sobre David tras la boda de su madre con el siniestro Murdstone, escribe Dickens: "En una habitación pequeña del último piso, a la que yo tenía acceso por estar justo al lado de la mía, había dejado mi padre una pequeña colección de libros de los que nadie se había preocupado. De aquella bendita habitación salieron, como gloriosa hueste, a hacerme compañía, Roderich Ramdom, Peregrine Pickle, Humphrey Clinker, Tom Jones, el vicario de Wakefield, don Quijote, Gil Blas y Robinson Crusoe. Gracias a ellos se conservó despierta mi imaginación y mi esperanza en algo mejor que aquella vida mía… Este era mi único y constante consuelo… Leía como si en ello me fuera la vida".

La proximidad entre ambas lecturas me llevó de estas palabras a otras de Madrid 1945, hermanadas con la conmovedora Canciones para después de una guerra de Patino: "Cines. La distracción por antonomasia. Cumplieron su doble misión: fueron la puerta por la que la gente, machacada por la guerra, pudo evadirse de sus problemas, y uno de los pocos lugares donde en invierno se estaba caliente… Los recuerdos más vivos de quienes conocieron esos años son tres: el hambre, el frío y el silencio. Unos (los vencedores) con alegría; otros con miedo (los vencidos). Pero precisamente por ello el fútbol y los toros, las coristas y el cine contribuyeron a poner un poco de sifón en las vidas de todos… Lo importante fue que había que salir adelante... Madrid también era el de los bares, las kermeses y las verbenas, los cines (el cine los salvó a todos) y el fútbol".

De ambos textos, separados por 172 años, se deduce esta verdad frecuentemente ignorada si no menospreciada: el poder de la cultura -alta o baja- para sostener e iluminar vidas en momentos o tiempos oscuros. ¿Hay algo más importante?

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