Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Una vida inútil

La imagen del asesino Santi Potros saliendo de la cárcel es la mejor prueba de la inutilidad de la banda criminal

No me conoces, pero yo a ti sí. Soy vecino tuyo. Trabajo en la prisión y te llamo para decirte que acaba de llegar Santi Potros. Ha sido trasladado aquí y va a ser su centro de cumplimiento". La llamada llegó hasta ahí. Jamás supe quién la hizo. Estaba entonces en Almería y me costó confirmar la información. Mis contactos en la cárcel estaban de turno y hasta que salieron no pude dar luz verde a una página que ya había escrito. Fueron varias horas de conseguir datos en una época en la que Wikipedia todavía no se había asomado para hacernos el trabajo más fácil ... y peor. Uno de ellos, me devolvió la llamada pasadas las nueve de la noche y reclamé un sitio en la portada del periódico donde trabajaba. "Joder, Lezameta, tú siempre a última hora". Es lo que recibí de quien entonces era el director del mismo, pero que me dejó ese hueco que la noticia merecía y que al día siguiente siguió dando juego. La cosa del morbo sucesil interesa a todos y de qué manera.

Hace unos días volví a encontrarme con su imagen, con su historia, con la de alguien que fue detenido cuando todavía no había cumplido los cuarenta años, más joven de lo que soy ahora. Antes había ordenado el atentado más sangriento de la banda terrorista ETA, la masacre de Hipercor que todavía nos sobrecoge apenas nombrarla. Fue detenido ese mismo año y se ha pasado más de tres décadas en distintas prisiones de España y Francia. Comprendo que a las víctimas de aquellos atentados que ordenó, les provoque una sensación de derrota verle salir de la cárcel de Topas, pero qué quieren que les diga, a mi me pareció la mejor prueba de la inutilidad de tanto sufrimiento. Su imagen es la de un viejo al que esperaban tres personas; de alguien que tiró su vida cuando más debería haber aportado a la sociedad; de alguien repudiado hasta por aquellos a quienes mandó ejecutar semejantes atrocidades y, sobre todo, de un ejemplo de lo que les espera a muchos de los que todavía siguen en prisión. ¿De verdad que todo ese sufrimiento sirvió para algo? Luchadores por un pueblo que jamás les pidió que mataran a nadie, ni civiles, ni militares, ni policías, ni guardias civiles, ni mujeres, ni niños, ni paisanos. Después de causar tantísimo dolor, muerte y sufrimiento, lo que reciben es a un viejo derrotado por la vida y que pasará a la historia como un criminal que se ha pasado su vida en la cárcel por asesinatos atroces, por haber matado a decenas de sus semejantes y que espero que reciba de la vida que tiró a la basura, todo lo que merece, es decir, nada.

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