Alas de mariposa

De vez en cuando la vida

A estas alturas de nuestra existencia, donde el ecuador ya pasó, disfrutar de nuevos amigos es casi un milagro

Nos besa en los labios" -Serrat, siempre maestro-. Casi da miedo decirlo, por no romper el sueño, pero la vida, últimamente, me besa en los labios, en los ojos, en la frente. Me cruza con personas con un corazón bonito, con una mirada que, lejos de juzgar, ilumina. Personas con bolsillos llenos de ilusiones y manos cargadas de estrellas para lanzarlas a lo alto y embellecer la noche. Personas. Personas que andaban ocultas entre tanta gente.

Hubo un tiempo en el que estuve confundida. Aquella confusión me hizo ser diana de envidias, celos, prejuicios y críticas. Me atreví a compartir tiempo y espacio con gente que, posiblemente, nunca me quiso. Rectifico: nunca quiso a nadie salvo a su propio ego. Llegué a sentirme rara por ser normal, por tener unos valores firmes que, pese a todo, nunca me salté. Estaba en tensión porque no sabía por dónde vendría el puñetazo. El día en que abrí los ojos, -bendito día-, me sentí como en la canción de Serrat, sentada, chupando un palo sobre una calabaza. Y me puse a salvo. Han pasado muchos años y les deseo lo mejor, que ya sé diferenciar entre amigos, conocidos y saludados. Les deseo lo mejor… pero lejos de mí.

Hoy me apetece hacer una loa a la amistad, la amistad verdadera. El amor entre amigos tal vez sea en más desinteresado y el más generoso. Al amigo no hace falta que lo llames a diario. Sabe estar a tu lado discretamente. No te exige exclusividad ni te corta las alas. Se alegra de tus alegrías y comparte tus fracasos sin estridencias. Jamás te juzga. Sabe que eres libre hasta de tirarte por un acantilado, y en la caída, cuando tengas todos los huesos rotos, armará tu puzzle para que vuelvas a tirarte, si ese es tu deseo. Cuando te abraza, le gusta detenerse en ese abrazo, sentir tu latido, que sientas el suyo. Comprende tus silencios. Sobran las palabras. Amor sin condiciones. Amor sin tregua. Amor sin etiquetas. Si tienes un buen puñado de amigos, eres el más rico de la Tierra.

Conservo, como oro en paño, esos amigos que crecieron conmigo. Pero a estas alturas de nuestra existencia, donde el ecuador ya pasó y hay que girar mucho el cuello para verlo de lejos, disfrutar de nuevos amigos es casi un milagro. Me siento premiada y doy gracias a los dioses por este regalo. Solo deseo estar a la altura que la amistad requiere.

"De vez en cuando, la vida toma conmigo café… y está tan bonita que da gusto verla".

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