Paso firme

Ana Vives Casas

anvives@huelvainformacion.es

Cada vez más separados

Más de lo mismo, señores y mientras tanto, todo sigue igual, o peor".

-"Y seguirá, mientras ellos quieran, seguirá igual".

Manuel y Pedro charlan en la barra del bar mientras leen la portada del periódico. Hablan de empleo, o más bien de su falta, de la fuerte estacionalidad de mercado laboral en la provincia, de la destrucción de puestos de trabajo y de los problemas que eso conlleva; de los más de 300 sintecho que malviven en Huelva, de las víctimas, cuatro al día, que sufren violencia de género y del caos que provoca la falta de personal en la sanidad.

Son los problemas que nos preocupan a los ciudadanos de a pie. Y para los que pedimos una solución a nuestros gobernantes. Claro, que para eso hay que tenerlos.

Las elecciones generales se repetirán dentro de 14 días porque los políticos que hemos elegido el pasado mes de abril no han entendido que el fin del bipartidismo al que hemos llegado con la entrada en juego de nuevos partidos exige también otros modos de hacer política desconocidos hasta ahora (o no puestos en práctica), nuevas formas de negociar, de hablar, de pactar. No tienen en cuenta que representar a los ciudadanos es una tarea seria, una responsabilidad, porque ser gobernante supone haber superado los apetitos y privilegios particulares para poder lograr el bien común ... Pero eso ya no se lleva y casi ningún diputado se ha dado por enterado. Lo que a ellos parece preocuparles únicamente es que de aquí a dos semanas cambiemos el voto porque las encuestas dicen que poco van a variar los resultados respecto a los de la penúltima convocatoria electoral.

Y eso, entre otras cosas demuestra que nuestros políticos no viven en el mundo que pretenden gobernar y, casi peor, no les importan los problemas que nos inquietan a nosotros.

¿Y si los resultados se repiten? ¿Nuevas elecciones en seis meses? Cada vez vivimos en mundos más separados y ya ha llegado el momento de que alguien lo remedie y se tomen en serio su parte del contrato (los ciudadanos ya lo hemos hecho). Merece la pena, sobre todo porque el ciudadano tiene derecho a salir de ese estado de desánimo y desgaste al que le han empujado sin querer.

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